Por primera vez
en su vida, el ministro de Asuntos Exteriores español, Francisco Fernández Ordóñez, se vio obligado ayer a comunicarse desde una cabina pública con el presidente del Gobierno, Felipe González. Ante la imposibilidad de conseguir hablar desde la habitación de su hotel en Moscú, bajó al vestíbulo, compró una tarjeta en dólares y llamó como todo el mundo. Menos mal que no había cola.
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