Una universidad del espacio
137 jóvenes estudian para dirigir los viajes espaciales del siglo XXI
"Un día, tal vez en el año 2001, la Universidad Internacional del Espacio (ISU), tendrá su campus donde debe ser: en órbita", dice Arthur C. Clarke, autor, entre otras, de la célebre novela 2001 Odisea Espacial, y presidente de honor de esa institución que, por ahora, tiene su sede en la Tierra. En 1991 la sesión de la ISU se celebra en Toulouse (Francia) y allí están este verano 137 estudiantes, procedentes de 26 países, entre ellos España, haciendo el curso intensivo de 10 semanas.
Es la cuarta promoción de esta universidad, que se reúne cada año, desde 1988, en un país diferente a la espera de consolidar una sede permanente y varías asociadas, una de las cuales podría ser Barcelona. Son ingenieros, biólogos, médicos, abogados o economistas, de edades que rondan los 30 años y larga experiencia en trabajos relacionados con el espacio.Durante julio y agosto asisten en la Escuela de Nacional de Aeronáutica Civil de Toulouse (Francia) a 180 horas de clase y 150 horas de trabajo como mínimo para preparar un proyecto de viaje tripulado a Marte. Para llegar allí han superado una dura selección y por cada uno de ellos, alguna empresa o agencia espacial ha pagado el millón de pesetas que cuesta el curso.
Tres de estos estudiantes son españoles: José Manuel Laceta-García y Ramón Torres, ingenieros de telecomunicaciones, y Lia Noemí Tusanotte, que trabaja en el sistema de simulación del programa Columbus.
"Hasta ahora el espacio ha estado en manos de científicos e ingenieros y, en cierto sentido, de los políticos, pero esto cambiará en el futuro", explica James Burke, especialista de los programas lunares de la NASA y director de la ISU 91, junto al soviético Mijaíl Marov, que es el rector. Para Burke, "el espíritu de la ISU es tender un puente entre la generación de los programas Apollo y Sputnik y la gente del futuro, pasando por encima de la generación actual.
Para los estudiantes de la ISU es toda una experiencia trabajar en común ingenieros, abogados y médicos que además proceden de otros países. El norteamericano Stephen Joseph Elsiner afirma que "lo mejor es esta amplia mezcla de gente durante estas 10 semanas".
"Para los europeos el espacio es básicamente ingeniería, satélites o estructuras que ponemos en el espacio y no viajes tripulados como los que hacen los americanos", comenta Castro. "También me ha sorprendido oír hablar a los rusos de problemas de psicología espacial o la permanencia humana en órbita durante un año", continúa. Leceta-García apunta que "si se hacen proyectos absolutamente desconectados en un país se llega a desarrollar un sentimiento de competición con todo el mundo, mientras que la ISU proporciona una nueva sensación de cooperación que puede establecerse no sólo por razones financieras".
Aunque parezca la clásica leyenda americana sobre la iniciativa juvenil, la ISU surgió en 1987 cuando tres jóvenes del Masachussetts Intitute of Tecnology en Boston (EE UU) tuvieron la idea de crear una universidad del espacio. Cuatro años después, la ISU está apoyada por 30 países y se financia con aportaciones privadas y la contribución mayoritaria de la NASA y de la ESA.
Juntos a Marte dentro de 25 años
El proyecto que los estudiantes de la ISU tienen que hacer este verano es un viaje tripulado a Marte con fines científicos y han decidido que podría ser dentro de 25 o 30 años. Pensaron al principio que irían siete parejas de astronautas, pero luego han tenido que disminuir su número a la mitad y mantienen dos opciones: una misión exploratoria de 40 días o un principio de colonia marciana que permanecería allí 400 días.El viaje duraría casi un año de ida y otro de vuelta, y, utilizarían una nave, montada en órbita terrestre, impulsada por energía nuclear. El grupo encargado de la nave tiene la difícil tarea de diseñarla con gravedad artificial, porque se ha impuesto el criterio de los que se ocupan de medicina espacial, que defienden las ventajas de esta configuración para la salud. Ramón Castro, del equipo de comunicaciones, está en contra de esta decisión porque complicaría mucho la orientación permanente de las antenas a la Tierra en una nave que gira sobre un eje para que los astronautas tengan sensación de gravedad en el suelo.
La decisión del sitio para aparcar en Marte también es complicada porque, aunque es más fácil elegir un punto en el ecuador, zona sobre la que se tiene información por misiones ya realizadas, los polos son más interesantes porque puede haber hielo y agua.
Todos están de acuerdo en el carácter pacífico de la exploración del espacio, y el grupo de gestión plantea formar una organización internacional para éste y otros programas. Proponen que una asamblea de los representantes de todos los países miembros controlen la dirección técnica y administrativa, aunque algunos dudan de que una organización tan compleja sea eficaz. Por su parte, el grupo de finanzas está ajustando los costes a las diferentes opciones para ir a Marte y sus primeros cálculos son de 120 trillones de dólares.
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