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LAS SUPERPOTENCIAS DIALOGAN

Gorbachov a Bush: "Nos necesitamos mutuamente"

"Estamos empezando a darnos cuenta de que nos necesitamos mutuamente, de que la seguridad, la estabilidad interna y el desarrollo dinámico de cada uno de nuestros países beneficia a ambos", dijo ayer Mijaíl Gorbachov a George Bush en el discurso de bienvenida. El presidente estadounidense fue más duro con su homólogo soviético y le instó a dar los pasos necesarios para superar los obstáculos que, a su juicio, existen en la actualidad en las relaciones entre Washington y Moscú: la ayuda militar de la URSS a Cuba, el contencioso soviético-japonés sobre las islas Kurdes y el conflicto con las repúblicas bálticas.

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En la cena de gala anoche, a base de caviar y esturión, regada con vino de Georgia y champán, Gorbachov devolvió la pelota que le había lanzado Bush, cuando éste se refirió a los tres obstáculos que, a su juicio, quedan aún de los tiempos de la Guerra Fría. Gorbachov dijo a Bush que "hay que ser más audaz" y que "las consideraciones sobre seguridad que justificaron (la lista de exclusiones de transferencia de teconología a la URSS y países del Este europeo) del COCOM han perdido su sentido". Importantes proyectos económicos y de colaboración técnica y científica, que "hace tiempo están listos para ser firmados", "están aparcados por las prohibiciones que surgieron durante la Guerra Fría", dijo.El primer día de la cumbre de Moscú estuvo marcado por la desigualdad de posiciones entre ambos líderes. Mientras Bush adoptó un tono imperativo y seguro de si mismo, Gorbachov aparecía debilitado por los conflictos internos y las divergencias con los hombres que formaron equipo con él en los primeros tiempos de la perestroika.

Por la mañana, Gorbachov y su esposa Raisa, recibieron a George y Bárbara Bush en la sala de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin. Les acompañaban un grupo de selectos representantes de la dirección soviética, entre ellos el presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbáyev. El gran ausente, tanto en el acto de bienvenida como en las conversaciones entre la delegación soviética, presidida por Gorbachov, y la delegación norteamericana, presidida por Bush, fue el presidente de Rusia Borís Yeltsin.

"En la política mundial muchas cosas continuarán dependiendo de la interacción entre la Unión Soviética y Estados Unidos", dijo Gorbachov a Bush. En su respuesta, Bush puso de manifiesto los grandes cambios -"la apertura de Europa y el fin de un mundo polarizado por la sospecha"- que habían ocurrido desde su última visita a Moscú en 1985, donde el entonces vicepresiderite de EE UU asistió al entierro del predecesor de Gorbachov, Constantin Chernenko.

Cuba divide aguas

Ya en sus primeras palabras, Bush hizo hincapié en las "diferencias" existentes entre ambos países y aludió a Cuba, el "futuro de los Estados Bálticos" y los Territorios del Norte (la denominación japonesa para las islas Kuriles). Bush se refería a estos "obstáculos" de nuevo por la tarde en el Instituto de Relaciones Internacionales. Ante un público de políticos, diputados y estudiantes, a quien no se le dió ocasión de preguntar nada, el presidente manifestó que la "capacidad para superar estos obstáculos" probará la "fuerza" de las nuevas relaciones soviético-norteamericanas.

EE UU apoya, según Bush, las aspiraciones japonesas a que le sean devueltos los Territorios del Norte, que la URSS ocupó a fines de la II Guerra Mundial. Este conflicto puede poner trabas a la integración de la URSS en la economía mundial, dijo el presidente. En segundo lugar, Bush mencionó el Báltico y manifestó su esperanza de que será posible superar por la vía exclusiva de las negociaciones una de "las más oscuras páginas" del estalinismo.

En tercer lugar, le tocó el turno a Cuba. Bush recordó la proximidad de la isla al Estado norteamericano de Florida, y pidió a la URSS que deje de ayudar a Fidel Castro. "EE UU no es una amenaza para Cuba. Por lo tanto, la URSS no tiene necesidad de inyectar millones de dólares en ayuda militar, especialmente dado que Castro, aislado por su totalitarismo obsoleto, niega a su pueblo cualquier paso hacia la democracia". "Castro", continuó Bush, "no comparte su fe en la glasnost (transparencia informativa) y la perestroika".

Capítulo económico

En el capítulo económico, Bush calificó de "victoria" de los derechos humanos la ley de emigración aprobada por el Parlamento soviético en mayo. "Cuando vuelva a Washington", dijo el presidente, "someteré al Congreso el tratado comercial que concluimos hace un año y luego podremos garantizar la cláusula de nación más favorecida". Bush, que se reunió dos horas a puerta cerrada con Gorbachov, dijo que iba a pedir al Senado que anule las enmiendas Byrd y Stevenson y prometió acelerar la concertación de un acuerdo fiscal y de inversión.

La cláusula de nación más favorecida permitirá ampliar sustancialmente el exiguo comercio entre EE UU y la URSS, ya que reduce los aranceles de importación de mercancias. Las enmiendas Byrd (1974) y Stevenson (1975) establecen techos crediticios para las exportaciones norteamericanas a la URSS. Las exportaciones soviéticas a EE UU suponen un total de unos 5.000 millones de dólares anuales.

El público que llenaba el auditorio, entre el que se encontraba Alexandr YákovIev, que acaba de presentar su dimisión como consejero jefe de Gorbachov, no pareció muy entusiasmado con los razonamientos del presidente Bush, que concluyó con la invocación de: "Dios bendiga al pueblo soviético".

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