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Los olvidados del Golfo

El regreso masivo de emigrantes agrava la situación de Jordania

Ángeles Espinosa

Abdala tiene 42 años, trabaja como empleado de una agencia de viajes y gana 150 dinares al mes (unas 23.000 pesetas). Cuatro de sus 11 hermanos emigraron a Kuwait. Esas cuatro familias, que llegaron al Inicio de la crisis del Golfo huyendo de una eventual guerra, llevan 10 meses distribuidas entre los parientes, y Abdala, con su parco sueldo, no puede soportar más. Su país tampoco está preparado para ello. Sumido en una crisis económica feroz, Jordania teme las consecuencias sociales del regreso masivo de sus emigrantes.

A falta de estadísticas, las autoridades han recurrido a un cálculo aproximado en función del número de puestos escolares creados durante el curso pasado. Las 60.000 nuevas plazas en los colegios jordanos equivalen, según estas estimaciones, a unas 300.000 personas, en su mayoría palestinos dotados de pasaportes jordanos. "Se trata de una tercera oleada de refugiados", comentan algunos observadores ante la magnitud de ese movimiento, equivalente a la décima parte de la población de Jordania."No se puede hablar con propiedad de refugiados", matiza un diplomático europeo. "Llamarles así es hacerles el juego a los emires del Golfo, ya que vienen de territorios árabes", añade el interlocutor. Para él, más que refugiados debería llamárseles repatriados. Esta cautela adquiere especial relevancia cuando al menos un 60% de la población jordana es de origen palestino.

Las diversas organizaciones humanitarias que han empezado a preocuparse por el asunto les denominan "returnées", los que vuelven. "No les hemos ayudado hasta ahora", reconoce el presidente de la Media Luna Roja jordana, Ahmad Abu Gura. "Al principio, sólo nos ocupamos de los extranjeros añade. Para Abu Gura, la causa de este olvido fue que los jordanos no querían que se les acusara de favoritismo.

Tanto el pueblo como el Gobierno jordanos adoptaron desde el inicio de la crisis una actitud de simpatía hacia Irak que difícilmente hubiera casado con el reconocimiento de este daño. Una vez evacuado cerca de un millón de personas que durante los primeros meses colapsaron Jordania, las autoridades han empezado a reconocer el problema y a preocuparse por él. El propio rey Husein, en su discurso del pasado domingo, admitió que la pobreza y el paro que sufre su país han sido exacerbados por esta "tercera oleada de inmigrantes en menos de 40 años".

El problema no se constriñe a las 300.000 personas que se calcula que han regresado de Kuwalt y de Irak y otros países del Golfo. Alcanza a las familias que tanto en Jordania como en los territorios ocupados dependían del dinero de los emigrantes. Sólo en el reino, éstos proveían hasta ahora de la misma cantidad de divisas que todas las exportaciones. Su cese supone para el país una pérdida de 20 millones de dólares mensuales. La cifra puede aumentar si se confirma el regreso de otros 150.000 emigrantes.

Jordania ha pedido a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ayuda urgente para el establecimiento de estos repatriados. Con una tasa de desempleo del 20% antes de la crisis, la falta de puestos de trabajo constituye la principal dificultad. "El influjo de los que regresan puede haber elevado el nivel de paro al 30% de la población activa", estima el representante de las Naciones Unidas en Amimán, Alí Ahmad Atiga. "El hecho de que la mayoría sean trabajadores cualificados hace aún más difícil su recolocación", añade el funcionario de la ONU.

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Tanto ese organismo como la Media Luna Roja jordana están realizando estudios para determinar cuántos son los afectados y cuáles sus necesidades, antes de poner en marcha un programa de ayuda. El hecho de que la mayoría se haya realojado en casas de familiares ha evitado que el problema sea acuciante. "No tenemos prisa. De aquí a otoño se habrá aclarado el panorama y sabremos dónde empezar a ac.tuar", declara Abu Gura, que preside la comisión permanente de la Cruz Roja y la Media Luna Roja internacionales.

Con todo, Atiga reconoce que existen necesidades perentorias de servicios médicos, educación e incluso comida. "De momento, estas demandas básicas las cubren el Gobierno, los familiares, la beneficencia y Organizaciones No Gubernamentales (ONG)", explica el diplomático. El objetivo de la ONU va más allá. Conscientes de que los repatriados van a quedarse en Jordanla "en el futuro próximo", Atiga y sus colaboradores trabajan en proyectos a medio y largo plazo.

Quienes comparten la tragedia inmediata de estos regresados forzosos son los numerosos grupos humanitarios que han salido a su encuentro. Entre los más activos están el Consejo de las Iglesias de Oriente Próximo (MECC, en sus siglas en inglés) y la Asociación de Jóvenes Mujeres Cristianas (YWCA). Ambas organizaciones han estado proveyendo a los repatriados de dinero "hasta que se han terminado los fondos".

Empezar de nuevo en una Jordania que ha perdido un tercio de su producto nacional bruto en la crisis y en la que un tercio de la población se halla bajo el umbral de la pobreza no va a ser fácil. "Lo peor está por venir", advierte Inam al Mufti, presidenta de la Fundación Reina Nur y ex ministra de Desarrollo Social. Al Mufti teme el riesgo de inestabilidad social, y lucha por abrir oportunidades a los afectados.

Un proyecto con ayuda española

El primer proyecto que la Fundación Reina Nur prepara para ayudar a los repatriados y sus familias es la creación de un taller de confección en la zona de Rusaifa y Sarca, al norte de Jordania. "A él vamos a dedicar los dos millones de pesetas enviados por España", explica con entusiasmo Inam al Mufti, la directora de la fundación.Al Mufti, que se muestra enormemente agradecida a pesar de lo modesto de la aportación, cuenta que el dinero se recogió en respuesta a un llamamiento de la reina Sofía para ayudar al pueblo jordano". La directora confía ahora en que esta cooperación se afiance y poder conseguir otro tipo de asistencia de España.

"Nos gustaría entrar en contacto con algún industrial de su país para que nos abasteciera de materiales, diseños e incluso entrenamiento para nuestros trabajadores en ese campo", añade con la confianza de que lo va a conseguir.

Sus objetivos son ambiciosos. Pretende conseguir que el taller, "de alta calidad", sirva de punto de partida para una empresa mayor, en la que se pueda dar cabida no sólo a patronistas y costureras, sino también a graduados superiores.

"Nos orientamos hacia un alto nivel de calidad, con vistas incluso a la exportación, lo que exigirá nuevos niveles de especialización para las tareas de dirección y contabilidad", asegura Al Mufti tras haber estudiado previamente la viabilidad del plan. "El Comité Español de Ayuda al Refugiado nos ha prometido además financiar otros dos proyectos", recuerda antes de concluir.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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