Gabriel y Galán recibe el I Premio Eduardo Carranza
Los jurados García Márquez y Uslar Pietri asistieron al acto
"Me gusta creer que me habéis premiado por considerar que mi lucha es la vuestra. La vuestra es la mía; podéis estar seguros". Esto dijo, en forma emocionada, José Antonio Gabriel y Galán, el escritor español que ayer recibió el premio de literatura Eduardo Carranza. Se cumplió así un sueño del director de la revista El Urogayo: recibir un premio internacional, un premio literario con trasfondo político, un premio, como afirma él mismo, "no ligado a editoriales y, por tanto, a posibles manipulaciones".
El premio de 100.000 dólares, uno de los más jugosos del mundo, lo recibió de manos del presidente César Gaviria. En su breve discurso el presidente colombiano confesó haber leído páginas de Muchos años después, la obra ganadora, y confesó también haber encontrado en ella "rasgos de la literatura latinoamericana". El Premio Carranza fue convocado por primera vez en 1989 y es el más importante, en matería literaria, en la América española. "Lo más importante de este certamen es que se recupera la imagen de una Colombia cultural. Es, además, un premio de América Iatina en su conjunto. Es un evento de gran trascendencia en materia de política cultural", afirma Gabriel y Galán.Este escritor, nacido en Plasencia (Cáceres) hace 50 años y que se define como "lento, poco reconocido, todo lo contrario de un triunfador", ve en la obtención del Premio Carranza una gran paradoja: "Al darme cuenta de que lo más importante en este quehacer literario es la creación en sí misma, empecé a sentir indiferencía ante determinados reconocimientos, ante lo que llaman fama. Empecé a vivir momentos más tranquilos, que se saldaron con un premio. ¡Paradojas de la vida! Cuando se preocupa menos de si lo reconocen o no es cuando se produce el reconocimiento".
La obra ganadora, Muchos años después, es una novela circular, en la que se conjugan tres personajes opuestos: Silverío, Julián y Odile. Silverio representa un comunista frustrado; Julián, un intelectual de avanzada edad, y Odile, una sencilla mujer que soñaba con ser estrella de ballet.
"Esta novela es lo más lejano a lo que se pueda considerar como una crónica del franquismo, como ya muchos han empezado a catalogarla. La época del franquismo es un gran telón de fondo delante del cual los personajes actúan. Yo definiría mi novela como una mezcla entre intelectualismo y la pasión humana", explica el autor.
Muchos años después será publicada en España por editorial Alfaguara; en México, por la editorial Cal y Harina; en el Cono Sur, por la editorial Suramericana, y en los países del Pacto Andino, por la editorial Norma. Para Gabriel y Galán, el abrirse las puertas del mundo editorial latinoamericano es de gran importancia: "Tengo la sensación de la superación del localismo".
Por su parte, el presidente Gaviria, el más joven que ha tenido Colombia en este siglo, afirmó: "Tengo la convicción de que los eminentes políticos de España y de América Latina tenemos el deber de recibir ese ejemplo de los narradores para seguir adelante con el proceso de unión de nuestros pueblos y nuestras economías"
García Márquez
La gran expectativa, para las personas que asistieron a la entrega del premio en el Centro de Convenciones de Cartagena, era el discurso anunciado de Gabriel García Márquez. Desde 1982, cuando el escritor colombiano recibió el Nobel, no hablaba en público. Al auditorio de las Animas, García Márquez llegó vestido con el liquiliqui blanco, su traje preferido. Pero a última hora los planes cambiaron. García Márquez no habló y se limitó a contestar preguntas deshilvanadas en una improvisada conferencia de prensa. De la obra ganadora dijo: "Sí no me pareciera muy buena y no pensara que Gabriel y Galán es un gran novelista no hubiera votado por su obra". "¿Qué importancia tiene para Colombia el premio Carranza?", le preguntaron. "Me interesa más la importancia que tiene para Espana y voy a explicar por qué: hemos premiado a un español lo que indica lo imparciales que somos".El Nobel se refirió también a su quehacer actual y a sus memorias, un trabajo que emprendió hace ya varios años. "Decidí no hacerlo cronológicamente sino por temas".
Otro de los jurados, el venezolano Arturo Uslar Pietri, declaró confesó a EL PAÍS que él cree que es mejor premiar obras publicadas y no obras inéditas". El paraguayo Augusto Roa Bastos, también integrante del jurado, canceló su viaje a última hora.
El acta del jurado, que lleva además la firma de Carlos Fuentes y Gonzalo Torrente, calificó la obra ganadora como "de un extraordinario valor literario".
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