El congreso del genoma humano acaba sin acuerdo sobre el rechazo a la manipulación de embriones
El segundo congreso sobre Cooperación Internacional para el Proyecto Genoma Humano, dedicado especialmente a cuestiones éticas, fue clausurado ayer en Valencia por la Reina. Y ante la propia soberana se hicieron patentes las discrepancias que se habían manifestado durante las reuniones entre los que no descartan la posibilidad de recurrir a la manipulación genética de óvulos y embriones, que supone una mutación que afecta a la descendencia, y los que quieren limitar la terapia génica a las células somáticas, que no están implicadas en la reproducción. El congreso ha sido organizado por la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados y ha contado con el patrocinio de la Fundación Banco Bilbao Vizcaya.
El documento final, que fue leído ante la Reina por el profesor Santiago Grisolía, el gran impulsor de este seminario, subraya que no ha sido posible el consenso en torno a la aplicación de la terapia genética en células germinales (óvulos, embriones y espermatozoides), pero recoge de hecho la posición de los que no descartan su utilización futura al apelar a 1os obstáculos técnicos" que todavía debe afrontar.El francés Jean Dausset, premio Nobel de Medicina de 1980, expresó ante doña Sofía su postura contraria a que se manipularan embriones y lamentó que su rechazo rotundo no hubiera sido recogido en la declaración. "Nuestro deber", dijo, "es ponernos de acuerdo en que la herencia genética humana no debe modificarse", y volvió a recordar el peligro que representa que Gobiernos totalitarios utilicen esta tecnología.
Principios éticos
Otros dos premios Nobel, ambos norteamericanos, James Watson, máximo impulsor del proyecto del genoma humano, y Walter Gilbert, máximo experto en la secuenciación de los genes, intervinieron ante la Reina para subrayar la trascendencia que tiene para la humanidad un proyecto que permitirá "conocer lo que somos tanto en la salud como en la enfermedad".El citado documento final subraya también que una sociedad civilizada le debe respeto a la diversidad humana, incluida la genética". Recoge también el compromiso de los asistentes al seminario de ayudar a que la información genética sea usada "para potenciar la dignidad del individuo", a que se garanticen a todas las personas necesitadas el acceso a los servicios genéticos" y a que los programas genéticos "se atengan a los principios éticos de respeto a las personas, beneficencia y justicia". Asimismo, considera urgente un debate sobre las implicaciones "éticas, sociales y legales" del uso "clínico o comercial" de la información genética. Como principio general, señala el documento, "la información genética sobre un individuo debería ser obtenida o revelada sólo con la autorización de dicho individuo o de su representante legal".
Este documento no se aprobó con el consenso habitual en este tipo de reuniones. Cuando fue presentado, el historiador norteamericano Daniel Kevles consideró que era "poco ético" hacer pública una declaración en nombre de todos los asistentes cuando ésta se había discutido "fuera de programa por un comité restringido".
En la sesión de la mañana Kevler ya había alzado su voz discrepante al alertar sobre la responsabilidad de algunos científicos en las atrocidades que se cometieron durante la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos y, sobre todo, la Alemania nazi, en nombre de la supuesta necesidad de evitar la reproducción de determinadas personas para mejorar la raza humana. Theodore Frietmann, asesor del Congreso de Estados Unidos sobre ética médica, replicó a la acusación y planteó la duda de si los responsables eran los científicos o los políticos que impulsan determinados programas.
William Bartholome, profesor de Historia y Filosofía de la Universidad de Kansas, tuvo una respuesta rotunda: "A aquellos que dicen que todo lo hacen por el bien de la humanidad hay que vigilarlos. Pueden convertirse en fanáticos y cometer desmanes pensando que lo hacen por el bien de todos". Bartholome puso en duda la necesidad del Proyecto Genoma Humano que impulsa Watson. "Necesitamos leer un mapa pero no es el genético", dijo refiriéndose a las desigualdades que se producen en el mundo. Añadió que en EE UU, donde existe "un apetito insaciable de fondos para crear una nueva medicina", no hay "un buen sistema de asistencia sanitaria".
En el acto de clausura, el presidente de la Fundación Banco Bilbao Vizcaya, Jóse Angel Sánchez Asiaín, recalcó que la sociedad debe valorar la ciencia y la tecnología por las soluciones que aportan al los graves problemas que todavia tiene el ser humano. En el mismo acto, el ministro de Sanidad, Julián García Vargas, anunció que ya estaba redactado el decreto que creará la Comisión Nacional de Bioética, que "se encargará de asesorar a las administraciones sanitarias sobre la seguridad, eficacia y los aspectos éticos relacionados con estas nuevas tecnologías".
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