_
_
_
_
_
GUERRA EN EL GOLFO

Egipto insiste en que Irak se retire de Kuwait

Ángeles Espinosa

La iniciativa del presidente iraquí, Sadam Husein, para resolver la crisis del Golfo no responde, a juicio de El Cairo, a las resoluciones acordadas por la Liga Arabe. Egipto insiste en que Irak se retire de Kuwait como primer paso, según declaró ayer su ministro de Exteriores, Esmat Abdelmeguid, para quien ese punto no estaba nada claro en el discurso de Sadam. Mientras tanto, el Gobierno de Yemen anunció su negativa a aplicar las sanciones de la ONU a Irak.

Yemen "no dudará en facilitar toda la ayuda que le pida Irak", aseguró el jefe de la diplomacia yemení, Abdelkarim al Iriani. Yemen, único país árabe que en la actualidad forma parte del Consejo de Seguridad de la ONU, se abstuvo cuando el pasado día 4 se votó el embargo contra Irak. Esta actitud, consolidada en el seno de la cumbre árabe, da crédito a las informaciones que hablan del establecimiento de fuerzas iraquíes en Yemen. Este país, por su situación al sur de la península Arábiga y su tradicional enemistad con Arabia Saudí, puede apoyar estratégicamente a Irak.Olvidadas tal vez las 60 libras mensuales (unas 300 pesetas) con que el Gobierno egipcio le socorrió durante su exilio (195963), Sadam Husein se empeña hoy en liderar el mundo árabe. Y lo primero que ha molestado a los egipcios ha sido la desconsideración hacia los buenos oficios de su presidente, Mohamed Hosni Mubarak. Empeñado en recuperar para su país el puesto de honor que por su paz con Israel perdiera en el Mundo Árabe, Mubarak se ofreció como mediador desde el inicio de la crisis. La promesa de Sadam de que no tenía intenciones de invadir Kuwait, apenas unas horas antes de dar la orden, provocó una cólera en El Cairo, capaz de explicar por sí sola la ruptura con Irak.

El Gobierno de Mubarak ha defendido desde entonces la necesidad de enviar una fuerza multiárabe al golfo Pérsico, para forzar al líder iraquí a restaurar el statu quo anterior a la invasión. Por ello, a nadie sorprendió el envío de un contingente egipcio al día siguiente de que la Liga Árabe aprobara la medida. Algunas fuentes aseguran que para entonces ya había tropas del país del Nilo en suelo saudí. Sin confirmar aún la participación siria en ese proyecto, Pakistán le dió ayer un carácter supraárabe, al anunciar su intención de acudir en ayuda del rey Fahed en su condición de país musulmán.

En cualquier caso, la medida egipcia -que obviamente ha molestado a Bagdad- significa de hecho la ruptura de El Cairo con el Consejo de Cooperación Árabe (CCA). Esta alianza, presentada como económica, pero de carácter sobre todo político, agrupa desde 1989 a esos dos regímenes junto con Yemen y Jordania. Desde su misma formación tuvo una composición contradictoria, no tanto por la dispersión geográfica, cuanto por la disparidad de estructuras políticas de sus componentes.

Irak, liberada ya del enorme esfuerzo bélico que supuso su guerra con Irán, aspiraba a volver a liderar la zona. Egipto, mientras tanto, y a la sombra de su apoyo incondicional en el conflicto al país hermano, había recuperado su prestigio regional.

Ahora, ambas capitales aprovechan el río revuelto para lavar sus trapos sucios. La prensa iraquí, instrumento de propaganda del régimen de Sadam, utiliza los resultados de la reciente cumbre de El Cairo para acusar a Mubarak de "agente imperialista", un tópico muy efectivo entre los nacionalistas árabes. Desde el otro lado, los comentaristas de la radio oficial egipcia acusan a Sadam de querer enfrentar al pueblo árabe con sus gobernantes.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Guerra santa

El llamamiento del presidente iraquí a "los árabes y musulmanes del mundo" para "liberar los lugares santos del Islam en Arabia Saudí", ha generado una simpatía hacia el "héroe de Bagdad", que puede poner en apuros a algunos Gobiernos árabes. El eco que esas palabras han encontrado entre los islamistas más radicales, recuerda en Egipto los numerosos incidentes que los extremistas religiosos han provocado en los últimos meses. Aunque de momento, el guía espiritual de los Hermanos Musulmanes egipcios, Mohamed Hamed Abu Naser, ha condenado la invasión de Kuwait, a nadie se le esconde el apoyo popular que provoca cualquier llamamiento a la yihad (guerra santa) frente a EEUU.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_