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La democracia también mata

El olvido de los detenidos-desaparecidos y la impunidad de los presuntos culpables se abren camino en las altas esferas políticas de la transición chilena, según el autor. El tema resulta ahora odioso e inoportuno para los dirigentes políticos. Los familiares se sienten impotentes y desesperanzado s.

La organización chilena de familiares de detenidos-desaparecidos ha dado a conocer una nueva y trágica noticia. En los meses que van desde el término de la dictadura y la instalación de la democracia, 32 de sus integrantes han muerto de cáncer o están aquejados por esta cruel enfermedad. Una verdadera epidemia ataca a Las Madres del Bandejón Central, como cariñosamente son reconocidas estas valiosas mujeres que ni un día han dejado de exigir información sobre el paradero de sus hijos, padres o hermanos secuestrados por los servicios secretos de Pinochet. Aparentemente, este mal tendría raíces puramente psicosomáticas. Se derivaría del desencanto que hoy afecta a quienes han sobrevivido a su dolor nada más que por la esperanza de encontrar con vida a sus seres queridos o darles a sus restos una tierna sepultura. "Vivimos confiadas", dice una de esas madres, "en que la democracia nos traerá la verdad... y que los culpables de estos crímenes tan horrorosos serían, al menos, individualizados". Lo cierto, sin embargo, es que temas como el de los detenidos-desaparecidos, de los presos políticos o de derechos humanos en general resultan ahora odiosos, inoportunos para los principales actores de la transición. De esta manera es que el olvido y la impunidad empiezan a abrirse espacio entre las propuestas de las cúpulas políticas, aunque el país está más atónito o iracundo que antes al enterarse en detalles de cada uno de los episodios represivos de la dictadura.

Lo que más preocupa

De allí que una encuesta encargada por el propio Gobierno de Aylwin indica que el tema de las violaciones a la dignidad humana es el que más preocupa, tanto como que sólo una ínfima parte de los chilenos acepta la amnistía o el indulto a los culpables, es decir, aquellos militares o civiles que, pese a los cambios, hoy circulan y opinan libremente mientras que varios centenares de combatientes torturados y procesados en el régimen defacto siguen en las cárceles.

Sería la frustración, el sentimiento de que lajusticia se volverá imposible, lo que estaría apoderándose de estas infatigables mujeres que con su lucha pertinaz lograron crear esa conciencia tan extendida en Chile en cuanto a que la democracia no podrá perpetuarse sobre la impunidad. Las células del cáncer parece que se activan, ganan fuerzas en los organismos abatidos por la desesperanza. En este caso, cegando la vida de estas acongojadas madres cuando es ahora la propia democracia la que les hace ver que su búsqueda se hace majadera, inútil, y cuando el inefable pragmatismo de muchos dirigentes políticos se empeña en echarle tierra a la verdad y en desmerecer lo que fue un inmenso holocausto.

es director de la revista chilena Análisis.

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