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Wahington se traga el sapo

Después de años de hostigamiento al régimen sandinista de Nicaragua durante la presidencia de Ronald Reagan, Estados Unidos ha adoptado la política del avestruz con relación a la decisión de la presidenta Violeta Chamorro de mantener a Humberto Ortega en su cargo de jefe de las fuerzas armadas nicaragüenses. Siguiendo la máxima de Georges Clemenceau, la Administración de Bush ha preferido tragarse el sapo antes que condenar o atacar la decisión de la nueva presidenta de Nicaragua, abierta candidata de Washington en las elecciones generales del país centroamericano.La Casa Blanca se ha inhibido de hacer comentarios sobre la continuidad de Ortega -considerado en círculos oficiales norteamericanos como mucho más dogmático que su hermano Daniel-, y su portavoz, Marlin Fitzwater, ha calificado la decisión de "asunto interno" de Nicaragua.

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Por su parte, el vicepresidente Dan Quayle, que representó a Estados Unidos en la toma de posesión de Chamorro el miércoles, adoptó en Managua la misma línea que la expresada por el portavoz de su jefe, el presidente George Bush, y se negó a hacer lo que calificó de "adivinanzas" sobre las consecuencias que la decisión de la nueva presidenta podría tener en el proceso de reconciliación de los nicaragüenses.

"Evidentemente, [Chamorro] está tratando de reconciliar diferencias en su país", dijo Quayle, que casi siempre actúa como portavoz del ala más derechista del Partido Republicano.

La resignación de la Administración de Bush ante la conflictiva medida adoptada por la presidenta nicaragüense se debe principalmente a que no ha constituido ninguna sorpresa en Washington. Charnorro discutió previamente su decisión de mantener a Ortega al frente del Ejército en conversaciones mantenidas en Managua la pasada semana con el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Bernard Aaronson.

EE UU ha optado por esperar y ver, y por el momento, su presidente está concentrando todos sus esfuerzos en agilizar la ayuda económica norteamericana a Nicaragua. Bush espera que el Congreso dé hoy, viernes, finalmente la luz verde a su petición de ayuda a Managua por valor de 300 millones de dólares (33.000 millones de pesetas). El pasado mes, Bush levantó el embargo económico impuesto por Reagan al Gobierno sandinista de Nicaragua en 1985.

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