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El sídrome de Rumanía

Jacques Lebas, presidente de Médicos del Mundo, denuncia la "terrible" situación. sanitaria de ese país

Ana Alfageme

"En Bucarest, los médicos desinfectan con gasolina, aunque saben que está mal", cuenta el francés Jacques Lebas, neófito presidente de la organización humanitaria Médicos del Mundo (MDM), que envió los primeros socorros sanitarios cuando cayó el dictador rumano, Nicolae Ceaucescu, en diciembre pasado. MDM denunció la alta tasa de infección por el virus del SIDA entre los niños rumanos. Pero lo peor allí es "la degeneración del acto médico", dice Lebas.

"El sistema destrozó la responsabilidad individual y así nada importa, ni siquiera usar la misma aguja una y otra vez. Eso es peor que todas las carencias". Las carencias de guantes, batas, paños quirúrgicos, antisépticos, por ejemplo, aunque hubiese a veces infraestructura correcta -"pueden tener un buen aparato para hacer electrocardiogramas pero no disponen de papel para que funcione"- y los cuidadores acreditasen una formación académica adecuada, "eso sí, anclada en el saber de hace 10 años". Los facultativos no viajaban al extranjero desde entonces y se cortó el acceso a la infórmación científica.El instrumental de curas obsoleto y de mala calidad, -"realizan extracciones de sangre estirando la piel para que: puedan penetrar las agujas"-, los cortes de luz y calefacción en los hospitales, las prioridades que impedían a las ambulancias acudir en auxilio de un anciano de más de 65 años, son recuerdos de Lebas, inquieto médico internista de 41 años y especialista en SIDA del hospital Saint Antoine de París. Lebas, presidente de MDM desde octubre pasado, ha viajado por todo el Tercer Mundo durante los últimos diez años y ha visitado Rumanía en varias ocasiones. Allí, al contrario que en África o en Latinoamérica, -"donde unos pocos privilegiados acceden a una buena atención sanitaria"- "existe igualdad ante la miseria".

Psicosis

Médicos del Mundo, "que asiste y denuncia", con más de 3.000 profesionales vinculados con la salud, desarrolla 40 programas de asistencia en 35 países. Lebas quiere potenciar la organización, financiada a partes iguales por fondos públicos y privados, en toda Europa. La embrionaria delegación de MDM-España ayuda a marginados y mira hacia Latinoamérica.

Lebas vivió en directo la caída de Ceaucescu, "la locura colectiva" y la desmesura que se hizo presa de la ciudadanía y de los propios médicos, que presagiaban futuros ataques de la Securitate a los hospitales. "Ni en Líbano, ni en el Salvador, nunca viví nada parecido", asegura. También pensó, cuando le llamó un colega desde Bucarest, que la grave epidemia de SIDA pediátrico era producto de la exageración, lo que él llama "el síndrome rumano". El SIDA. Una palabra que desapareció porque "así lo decidió Elena Ceaucescu" y de la que "muchos médicos no habían oído hablar". El virus del SIDA infecta, según asegura Lebas, a uno de cada tres niños entre uno y tres años ingresados en varios hospitales de las ciudades más importantes de Rumania y entre el 10 y el 15% de los internados en los principales orfanatos, "aunque no hay estadísticas precisas", dice Lebas. Las madres de los niños infectados solían ser sanas, luego la causa probable eran las transfusiones que se hacían a los pequeños que nacían con bajo peso y el uso de sangre de "gente obligada a donar", como los estibadores y marineros. Otro hallazgo escalofriante: el virus de la hepatitis B, que se contagia como el del SIDA, afectaba, "en 1988, al 40%, de los niños del orfanato más importante de Bucarest".

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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