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Los 'hijos' de Pinochet

Los jóvenes chilenos que siempre vivieron en dictadura estrenan democracia

Para Sergio Olivos, un joven de 17 años de Ñuñoa, un barrio de clase media, la democracia que ayer comenzó en Chile significa que "ahora la canción nacional y la bandera serán de todos nosotros y no sólo de ellos. Todos aprendimos en dictadura a callar algunas opiniones. Ahora tendremos que hablar". Él es uno de los hjos de Pinochet, de los jóvenes que no han conocido la democracia porque todavía no habían nacido o eran niños pequeños cuando el 11 de septiembre de 1973 la Junta Militar derrocó al Gobierno constitucional de Salvador Allende. Desde ese momento y hasta ayer, los símbolos del país habían pertenecido a los militares, a quienes gobernaron.A los 20 años, Andrés Morera es un joven que ha vivido intensamente: sus padres se separaron en el exilio y, acompañando a su madre, vivió en Perú, Hungría, España y Venezuela antes de retornar a Chile en 19:35.

"Al regresar sufrí un shock y choqué con el sistema. En los primeros seis meses me echaron de dos colegios. No me pude adaptar a usar uniforme en la enseñanza media. ¿Cómo usarlo si yo venía a pelear con los; milicos?,".

Para él, la democracia significa la apertura de nuevos espacios, como que "todos puedan salir por las noches", y el término de algunos temores, como "dejar de cagarme de miedo cada vez que veo un paco [carabinerol. Espero que con el nuevo Gobierno un policía no signifique la posibilidad inminente de ser reprirnido".

Un tercio de la población

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Casi un tercio de los 12 millones de chilenos forma parte de la generación que prácticamente sólo ha conocido la dictadura como sistema político. La mitad de estos jóvenes no ha votado, y entre los que alcanzaron a hacerlo, una abrumadora mayoría lo hizo por el cambio.

"Hacia los jóvenes y las mujeres, dos de los sectores que más han sufrido en estos años, estarán dedicadas nuestras Políticas sociales", declaró a EL PAÍS el ministro secretario general del nuevo Gobierno democrático, Enrique Correa, quien asumió ayer su cargo.

"Vamos a reformar la ley municipal y la Constitución para que pueda haber elecciones municipales en 1991. Necesitamos que la democracia y la libertad dejen de ser una mera noticia para los chilenos y pasen a ser una vivencia que llegue a la vida cotidiana", añadió.

El deseo de que se acabe el miedo es también la principal expectativa de Gastón Rodríguez, que, a los 18 afflos, es otro de los hijos del ya desaparecido régimen militar. "Con la democracia iré a marchas pacíficas sin temor a que me peguen o me mojen", afirmó. "Militaré en algún partido y ya no podrán echar a mi papá de lapega [trabajo] porque me atrevo a particípar", agregó.

Durante la dictadura, Rodríguez, hijo de un ejecutivo que vive en Las Condes, un barrio santiaguino de clase alta, no pudo ir a las manifestaciones porque, explica: "Si alguien de la oficina me veía y lo contaba, podían tomar represalias con mi papá".

En cambio, Marisol Salas, una aguerrida militante, que muchas veces estuvo en las barricadas de Lo Hermida, una de las poblaciones pobres de Santiago, se está convenciendo de que el tiempo de las protestas "por ahora pasó. Durante la dictadura, las cosas eran claras: había que luchar contra ella, y todos estábamos en eso. Ahora será más complicado, habrá que pensar antes de criticar".

El problema, dice Alejandra Fuentes, de las comunidades cristianas del barrio obrero de Pudahuel, en Santiago, "es que el tigre seguirá ahí. Estoy contenta por la democracia, pero decepcionada porque no pudimos conseguir nada mejor, como que Pinochet fuera j uzgado o que todos los presos políticos fueran liberados".

Celebración en familiaRoberto Solar, un ingeniero industrial de 23 años, que sigue viviendo en un barrio pobre pese a tener un alto cargo en un laboratorio exitoso, va a celebrar la salida de Pinochet en familia, comiendo un pollo y escuchando música folclórica.

"Habrá cambios, pero no muchos. Claro, ahora no podrán ir a buscar a una persona a las cuatro de la madrugada en su casa para arrestarla. Pero el modelo económico se mantendrá, aunque suavizado", explica.

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