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Reportaje:

Los cuatro mosqueteros

Cuatro presidentes latinoamericanos llegaron optimistas, como cuatro mosqueteros dispuestos a hacerle frente al problema del narcotráfico y ponerle fin tanto a la producción como al tráfico y al consumo de cocaína. Pero más allá de firmar un compromiso de acción común, cada uno de ellos -Virgilio Barco, de Colombia; Alan García, de Perú; Jaime Paz, de Bolivia, y George Bush, de Estados Unidos- juegan sus propias cartas en esta cumbre de Cartagena.Virgilio Barco debe mantener su prestigio internacional, ganado desde el momento en que declaró la guerra al narcotráfico. Pero también quiere, una vez más, mostrar al mundo la injusticia de que Colombia sea el país que tenga que pagar un mayor coste en esta lucha.

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La guerra del Estado colombiano es contra el narcoterrorismo. La otra, la guerra contra el narcotráfico, es de todos los países, de los países desarrollados que consumen el producto y los del Tercer Mundo que la producen.

Para Alan García, según observadores internacionales, lo más importante es revertir -ya en los últimos días de su Gobierno- la tirante relación con Estados Unidos.

Jaime Paz fue el que se mostró más considerado al llegar a Cartagena. "En Bolivia estamos satisfechos de que nuestro interlocutor sea George Bush. El presidente norteamericano de los últimos años es el que mejor comprensión ha tenido sobre el problema del narcotráfico", dijo a los periodistas, que le abordaron minutos después de haber sido recibido por el presidente Barco en la Casa de Huéspedes de esta hermosa ciudad colonial.

Para Jaime Paz, el problema no se reduce a cambiar un cultivo por otro cultivo, sino a cambiar una economía por otra economía. "La economía de la coca representa el 50% de la economía de mi país", dijo.

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Intereses comunes

Pero hay intereses comunes para los tres países del bloque hispanoamericano de esta cumbre de Cartagena de Indias.Por un lado, dejar en claro que éste es un problema económico. Hay cifras tan escandalosas como ésta: lo que un solo estadounidense gasta anualmente en concepto de droga es más alto que el ingreso per cápita de Colombia (1.400 dólares), Perú (900 dólares) y Bolivia (780 dólares).

Se dice que cada drogadicto norteamericano, para satisfacer sus vicio, gasta al año 2.000 dólares. Al margen de este problema económico, los tres países -Colombia, Perú y Bolivia- esperan crear en esta reunión con el presidente Bush una correa de transmisión con los países industrializados.

El interés del presidente Bush apunta básicamente a borrar la imagen de invasor que creó en Panamá el pasado 20 de diciembre. Pero, sin lugar a dudas, a nivel interno la imagen de Bush subió varios puntos al desafiar el peligro que en Estados Unidos todos auguraban contra su presidente, al viajar al país que es, según ellos, más peligroso del mundo.

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