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Una mirada mágica sobre las ciudades

El escultor Miquel Navarro expone en el IVAM una muestra de su trabajo de los últimos 17 años

El escultor Miquel Navarro inaugura hoy en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) una retrospectiva de su trabajo de los últimos 17 años. Diversas instalaciones que el artista, nacido en 1945, ha realizado con la ciudad como motivo de inspiración conviven en la muestra de Valencia con la más representativa de sus obras a gran escala, la Minerva paranoica, que recientemente expuso en Madrid. Navarro, que se define como un "creador al borde del abismo", es el primer artista valenciano de su generación que ha merecido un espacio en el IVAM.

Las ciudades de Miquel Navarro, instalaciones que se inspiran con gran personalidad en la escenografía de las metrópolis contemporáneas, ocupan desde hoy la planta baja del IVAM, mientras su Minerva paranoica preside la fachada del museo valenciano de arte moderno. Desde las primeras obras de barro o de cerámica, en las que se agregan bloques fantásticos con juegos de escalas y ritmos, a las más recientes, en las que han ganado protagonismo el zinc y el hierro, al servicio de montajes con mayor fuerza poética, Navarro expone su peculiar visión de la metrópolis como "una de las síntesis más importantes de lo que es la Humanidad"."Siempre creo situaciones abismales", afirma el escultor para explicar esa sensación que el contraste entre un elemento totémico, que preside la escena, y la visión aérea que sugiere la acumulación de pequeños elementos senados, suscita en el espectador. "Hay diferencias entre unas instalaciones y otras", dice Navarro, "desde el aspecto más fantástico y sensual, con la utilización del barro, a la sensación de frío que produce el metal, que tiene su propia poética y sensualidad".

La exposición del IVAM, en cuya inauguración participará hoy el presidente de la Generalitat valenciana, Joan Lerma, supone una confirmación del papel que Navarro ha jugado en la apertura de nuevos horizontes a la escultura actual. Al mismo tiempo, la muestra es un recorrido por el proceso que el artista ha recorrido durante los años setenta y ochenta, en lo que él mismo califica como "una sucesión de trabajos de acumulación y reflexión que forman parte de un mismo proyecto y dibujan un mismo discurso".

La ciudad posindustrial, la referencia a la calidez de reminiscencias arqueológicas, el juego casi infantil con las piezas, ocupan su espacio en la exposición. "No he hecho un análisis psíquico de lo que quiero decir", confiesa Navarro, "pero se podrían hacer muchas interpretaciones contradictorias". El escultor se siente a gusto con la contradicción, ya que forma parte de su impulso artístico, y enumera el carácter orgánico o geométrico, esquemático o sintético, irónico o poético, abstracto o descriptivo, de sus creaciones.

Grandes piezas

El cosmos particular de Navarro no se reduce a su juego escultórico-arquitectónico. A lo largo de los años ha ido produciendo piezas singulares de escalas diversas, entre las que han destacado sus grandes esculturas, que forman parte del paisaje de algunas capitales.La últimas de estas obras, expuesta recientemente en el Palacio de Cristal del Retiro, en Madrid, ocupa ya la explandada del IVAM como si hubiese estado allí toda la vida.

Miles de ciudadanos, que todavía forman largas colas ante el IVAM para recorrer la exposición antológica de Joaquín Sorolla, contemplan curiosos la fresca aportación de un artista valenciano que reclama con su obra la enorme distancia estética entre un mito local, que no fue precisamente un vanguardista, y un artista original en una época en que parece que ya nada puede sorprender.

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