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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

"Que todo se pudra"

HOY SE cita en otra página de EL PAÍS una de las peores frases posibles sobre la situación 'económica argentina, atribuida al coronel golpista Seineldín: está esperando, asegura" a que 'todo se pudra". No hace falta mucha imaginación para adivinar lo que hará cuando termine su espera. Y resulta más inquietante todavía pensar en quiénes podrían ser los.compañeros de viaje de los militares golpistas: algunos restos esquizofrénicos de los montoneros -la guerrilla urbana que tuvo que escapar de la represión y que ahora ha regresado del exilio-, enriquecidos y habiendo completado el giro del extremismo, desde la izquierda hasta la derecha, y sobre todo una amplia fracción de los sindicatos heredera del peronismo más corporativista del pasado, permanentemente descontenta e incapaz de asumir la actitud que cabría esperar de unos organismos de clase maduros y responsables.Pero el problema argentino no es el de la podredumbre que contempla Seineldín, sino el del desmoronamiento final de un sistema en el que el 25% de la población se encuentra ya en el umbral de la pobreza. Era ímposible que la situación se degradara más, y sin embargo es lo que ocurre de hora en hora, en un remedo de la República de Weimar. Todo hacía pensar que el presidente Menem había sido llevado en volandas a la Casa Rosada porque conocía la receta con que enderezar el desaguisado técnico que dejaba su predecesor. La realidad ha demostrado que esa suposición o no era correcta o no ha podido aplicarla con la decisión imprescindible en una coyuntura de quiebra técnica del país.

El plan para reducir drásticamente la hiperinflación, de unw crudeza sin precedentes, anunciado el primer día del año por el Gobierno argentino, y cuyos efectos castigarán esencialmente a la clase media urbana, ilustra las dificultades de la situación con que se enfrenta Menem y las contradicciones de un Gobíerno cuya base social disminuyó diariamente. El plan sustituye al inicial proyecto de dólarización de la economía argentina mediante el establecimiento de la libre convertibilidad del austral.

La clase media argentina coloca tradicionalmente sus salarios a plazo fijo de una, dos y tres semanas para aprovechar los tipos de interés que aplica la banca como forma de retener los depósitos del público y evitar así el estado de insolvencia generalizada. Esos tipos de interés para la semana entre el 28 de diciembre y el 4 de enero oscilaban entre el 60% y el 600% mensual, según el volumen del depósito. Con objeto de proceder a una sustancial rebaja de la inflación e impedir la canalización de ese dinero hacia el dólar billete, el Gobierno decidió convertir por decreto los depósitos. a plazo fijo en bonos externos de la Repú blica, en una emisión denominada 89, que no está to davía impresa y sobre la que ni siquiera hay certifica dos provisionales. La maniobra gubernamental con s , isteen que el depósito se rescata por su valor nomi nal el día de la imposición -un precio artificialmente alto-,con lo que ni se gana la revaluación del'dólar ni, se pagan los intereses comprometidos. La pérdida para el ahorro del ciudadano puede llegar al 80%.

La medida ha golpeado a las clases media y media alta argentinas, que se habían convertido en el principal núcleo del apoyo a Menem tras la desesperación creciente de unos trabajadores -antes mayoritariamente -peronistas- que han perdido a-velocidad de vértigo la capacidad adquisitiva de sus salarios. La destrucción del ahorro interno apunta a la defiación de la e'conomía' es decir, a la caída de los precios por ausencia de consumo interno. Y si la hiperinflación ya había llevado al hambre a un sector de la población, ahora la defiación limita la capacidad de consumo de otro, lo que además aumentará el desempleo. Así se explica esa situación de podredumbre que esperan pacientemente los golpistas. Un panorama desolador.

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