La calle de los clásicos
Si algún proyecto sigue adelante, esta zona de la calle del Príncipe-plaza de Santa Ana de Madrid será la calle de los clásicos. Menester para el que ya sirvió en el tiempo en que los clásicos eran contemporáneos: el Corral de la Cruz, el Corral del Príncipe... Y por allí vivían cómicos y autores. Este proyecto, que va un poco sigiloso, es el de convertir el solar que hay junto al Español -donde suele ponerse la carpa- en una reproducción de corral antiguo y entregárselo a un primer actor que sea especializado en ellos, Carlos Ballesteros. Con la Comedia como sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Español respondiendo a las tendencias que han anunciado el concejal de Cultura, Álvarez de Toledo, y el nuevo director, Pérez Puig, todo volverá a tiempos arcaicos. Ilusión, por lo menos, de cultura. Se espera al público.La primera obra producida por el nuevo dúo que dirige el teatro Español -con Gustavo Pérez Puig, su esposa Mara Recatero; no hay por qué gritar al escándalo, porque la historia del arte teatral está llena de parejas, no siempre de hombre y mujer y no siempre sacramentadas; lo que importa es que ésta mejore sus resultados anteriores en su inesperada oportunidad- va a ser Las mocedades del Cid, de Guillén de Castro, en adaptación de Antonio Gala, que tiene mano para eso.
Antes habrá un intermedio de visitantes -el ballet de la Scala, una reposición más de El príncipe constante, de Calderón, que dirige Vergel, un homenaje más a Alberti (todos son pocos), los extranjeros que vienen al Festival Internacional-; y todo ello dará tiempo al montaje y preparación de las producciones propias. Un Don Juan Tenorio que debería durar de octubre a fin de año -ojalá ese optimismo responda a la realidad: sigue siendo una obra dramáticamente arrebatadora-, unos donjuanes complementarios -de Tirso, por Bardem; de Da Ponte-Mozart, por Nieva- y, simultáneamente, un cielo matinal, para escolares, que ofrecerá 36 obras españolas del siglo XX -de Echegaray a Arrabal, Fermín Cabal, Alonso de Santos-, a razón de una por mes. Todo ello, menos tres meses de cierre del teatro para hacer obras de mejora. Se están haciendo contínuamente.
Legislatura
Quizá esta cifra de 36 meses responda a una intención de legislatura municipal; podría ser más o menos, y podrían ser otras en lugar de las elegidas.
Cualquier antología es discutible, y otro antólogo incluiría, además, por ejemplo, alguna obra de Enrique Gaspar, que dio el giro hacia el siglo XX; alguna de Galdós, que fue fundamental para entrar en los temas vivos de la sociedad que trataba de modernizarse; alguna de Joaquín Dicenta, que representó el principio del teatro social en este país; quién sabe si a Lorca, por muy hecho que esté; probablemente alguna muestra del exilio como podría ser Max Aub... La realidad es que cada uno tiene dentro su propia historia del teatro español del siglo XX, y si alguna de las incluidas en estas mañanas colegiales parecen considerablemente malas, puede que este juicio de valor no tenga ningún sentido si se considera el peso social y cultural que cada una tuvo en su momento.
La iniciación del teatro al estudiante se viene haciendo ya en los teatros institucionales, y es generalmente buena. A pesar de que los clásicos que se les enseñan son cambiados a veces de sentido, cargados de una actualidad que no fue la suya, y estoque puede resultar gracioso para el público puede ser equívoco para una enseñanza real de la base de la literatura dramática. Pero ya están los catedráticos, los profesores y las lecturas de clase para rectificarlos y para poner las cosas en su punto. Lo importante es que los jóvenes comiencen a ir al teatro; pero más importante es que no empiecen ya a aburrirse y a detestarlo. La antología de Pérez Puig puede, quizá, atraerles si sale bien. Y eso es considerablemente más difícil, aunque gocen del beneficio de todos los proyectos.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.