Condones en el bolso
El condón ha vuelto a recuperar su función de salvavidas social. Contrariamente a lo que se piensa, el señor Condón no los inventó para evitar embarazos. El condón fue en sus comienzos una defensa contra la incurable y contagiosa sífilis, que básicamente se transmitía a través de la prostitución femenina a los hombres casados y, a través de éstos, a sus fieles esposas.Una vez que la sífilis pudo ser contrarrestada por los antibióticos, el papel del preservativo se remitió al control anticonceptivo, donde fue aceptado a regañadientes por algunos hombres y algunas mujeres, a falta de alternativas. En su momento, el diafragma y los pesarios, y luego la píldora y el dispositivo intrauterino (DIU), métodos que no interfieren en la escena del coito, detuvieron la previsible expansión del condón como anticonceptivo. Hasta hace pocos años, los ginecólogos planteaban abiertas resistencias a la recomendación del preservativo como método anticonceptivo, y sólo lo hacían cuando las mujeres planteaban serios conflictos con los otros métodos, ya fuera por contraindicaciones médicas o por temor a tomarse una píldora de hormonas todos los días durante años o a llevar un aparato insertado en el útero.
Hace 10 o 12 años, una entrevista radiofónica a un ginecólogo de la Seguridad Social hablando del condón como método anticonceptivo significó la desaparición del programa en cuestión. Preservativo y condón eran malas palabras. ¿Acaso olían más a sexo que "píldora", "DIU", "crema espermicida", "óvulos vaginales"?. ¿Acaso olían a burdel?
Sexo sin fantasmas
Ahora, desde la aparición del SIDA y el conocimiento de que el semen y los flujos vaginales son vías de transmisión del virus, el condón empieza a ver su nombre normalizado, aunque no dejen de aparecer noticias, vinculadas a la Iglesia católica y a los carcas de toda la vida, de resistencia a la promoción de¡ artilugio, de gente que antes prefiere personas muertas que individuos sexualmente activos.
Ahora bien, hasta que no se aclare el panorama del SIDA -para lo que pueden pasar algunos años-, el condón es el único instrumento válido del que disponemos si se quiere vivir una sexualidad sin fantasmas, tanto en las relaciones heterosexuales como en las relaciones sexuales entre hombres.
- Las normas para el "sexo seguro" se apoyan básicamente en él, y, según la propaganda de grupos homosexuales de Nueva York, es conveniente utilizarlo incluso cuando se practica una felación. El último invento norteamericano es una especie de condón para mujeres (que aún no ha llegado a España), y el último invento británico son los condones con música. Sin embargo, la fantasía ha existido siempre: en los años setenta, circulaban por Europa unos ejemplares rugosos de colores, y hasta negros, fabricados por los japoneses.
El condón como anticonceptivo tiene un índice de seguridad altísimo si se utiliza correctamente. Y está comprobado que el látex es impermeable al virus del SIDA. Suena extraño pensar que no se sabe instintivamente cómo utilizarlo, pero hay quien dice que, si no nos hubieran enseñado a utilizar un cepillo de dientes, no habríamos sabido qué hacer con él.
El uso correcto implica colocárselo en cuanto comienza la erección y estirarlo hasta que quede bien ajustado a la base del pene. Implica también vigilar que no está caducado y procurar no llevarlo arrugadito en el bolsillo del tejano apretado ni en la billetera, porque el látex, que es lo más fino posible para permitir la mayor sensibilidad, es también frágil, se altera con la humedad y con el calor, y, si se perfora, puede dejar pasar un infinitesimal espermatozoide o romperse en pleno baile. También exige una retirada cuidadosa, sujetándolo por la base antes de que el pene vuelva al estado de flaccidez, causa de muchos condones perdidos por un rato en la vagina o de semen derramado por todas partes. Hay que escoger preferentemente los que tienen cámara de aire al final, para permitir la recogida del semen, evitando que la presión de la eyaculación pueda romperlo. Se recomienda no utilizar vaselina ni similares, pero sí cremas espermicidas, como el Nonoxinol 9, que viene incorporada en algunos condones, ya que este producto, in vitro, es capaz de rechazar el virus del SIDA. Así como los hombres no pueden pasearse con un paquete de píldoras o con un DIU en el bolsillo, las mujeres sí podemos pasearnos con unos cuantos condones en el bolso. Luego está aquello de la hora de la verdad, el momento en el que, una vez establecida la atracción sexual que puede llevar a dos o más personas a la cama, quién de los dos (o más) saca el tema. Antes, la pregunta del ligue podía ser: %A tu casa o a la mía?". Ahora, la pregunta dificil es: %Tus condones o los míos?'.
Un amigo
El condón ha dejado de ser masculino. Es ahora también el mejor amigo de las mujeres en según qué circunstancias de sus vidas: un amigo que, bien utilizado, como lo exige la dificil época en que vivimos, puede no sólo ser un excelente método anticonceptivo y protegernos del SIDA, sino también de otras enfermedades de transmisión sexual, no fatales pero también sin cura, como el herpes genital o los condilomas. La clamidia, cuando puede detectarse, puede curarse. La sífilis y la gonorrea, cogidas a tiempo, han dejado de ser un problema.
Como es fácil de ver, según como se mire, todo son ventajas. Por tanto, un sentido homenaje al condón. A incluir todo el morbo posible a su entrada en el juego sexual. Y a guardarles un sitio en el bolso.
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