30 países reconocen el papel de la mujer para combatir el síndrome
La primera conferencia internacional sobre las implicaciones del SIDA para la madre y el niño se clausuró ayer en París lanzando un llamamiento en el que se reconoce el olvido que han sufrido las mujeres hasta ahora en la lucha contra la enfermedad y se pide a los Gobiernos, a la ONU y a la comunidad científica que los recursos para la investigación en este campo gocen de prioridad. La llamada Declaración de París ha sido apoyada por 30 países.
El documento, que consta de 15 puntos, reconoce el "papel crucial que incumbe a las mujeres en la estategia mundial de lucha contra el SIDA" y solicita su plena participación en los programas, así como que puedan tomar sus propias decisiones en materia de procreación. En la apertura de la conferencia, el pasado lunes, Jonathan Mann, responsable de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la lucha contra el SIDA, admitió estas carencias al afirmar que "en todo el mundo las políticas de salud pública son hechas por los hombres y para los hombres".
El llamamiento insiste en las medidas preventivas, como la información y la educación, pero se limita a enumerar generalidades que confirman los escasos avances en este terreno. Sólo en el Africa subsahariana hay un millón y medio de mujeres infectadas y se estima en 200.000 el número de recién nacidos contaminados por vía fetal durante esta década. Los últimos estudios indican que la enfermedad se agrava en las madres después del embarazo.
Infección y embarazo
Numerosas comunicaciones presentadas han insistido en la urgencia de encontrar terapéuticas destinadas al niño que corre el riesgo de ser contaminado por una madre seropositiva. El síndrome ataca a los bebés de dos formas, una muy rápida y violenta, con un alto índice de mortalidad, y otra más lenta. Según el doctor Griscelli, del hospital Necker de París, esta distinta incidencia depende, probablemente, de si la infección se ha producido al principio o al final del embarazo.
Una de las dudas existentes es si se ha de tratar a los niños desde el nacimiento, dado que sólo uno de cada tres de madre seropositiva está contaminado. El único tratamiento, como para los adultos, es la droga AZT, que estabiliza su estado inmunológico, pero no cura.
La prescripción del AZT desde el nacimiento plantea problemas éticos, porque se administraría un producto en cierta medida tóxico a niños de los que no se tiene la seguridad de que vayan a estar contaminados. Los mismos problemas se presentan en el embarazo, ya que el AZT traspasa la placenta y afecta al feto.
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