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3.000 'rezagados' llenan la Embajada de Bonn en Praga

La decisión del presidente de la República Democrática Alemana (RDA), Erich Honecker, de permitir la salida este fin de semana de los cerca de 7.000 alemanes orientales refugiados en las embajadas de la República Federal de Alemania (RFA) en Praga y en Varsovia parece haber tenido un efecto contrario al esperado. Anoche, 3.000 nuevos refugiados abarrotaban el palacio de Lobkowitz, en la capital checa, después de que la policía abriera su cerco a la embajada ante la presión de los centenares de personas que pugnaban por entrar. El Gobierno de la RDA acusó a Bonn de no haber cumplido su palabra de impedir la entrada de nuevos refugiados en sus embajadas, a lo que la RFA respondió que, "por razones humanitarias", no puede cerrar sus puertas.

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En Bonn, fuentes gubernamentales intentaban ayer quitar importancia al hecho de que la crisis no pueda darse por cerrada. Los rezagados, según expresión acuñada por el ministro de la cancillería, Rudolf Seiters, para los ciudadanos de la RDA que entraron en las embajadas después de que saliera el último tren el domingo, son simplemente un apéndice del problema, para el que se encontrará una rápida solución, aseguraban estas fuentes.Sin embargo, cada vez está más claro que la decisión de Honecker de abrir las puertas de salida y ofrecer incluso trenes y vía de paso para los que quieran abandonar el país -y así verse libre de este estigma cuando el próximo sábado se celebre el 402 aniversario de la fundación del Estado con la presencia de Gorbachov- no ha hecho otra cosa que alimentar las esperanzas de muchos otros alemanes orieitales que no se atrevían a tomar esta decisión por miedo. Muchos de ellos vistas las facilidades, están dispuestos ahora a dirigirse a las embajadas de Bonn en Checoslovaquia y en Polonia, países para los que los alemanes orientales no necesitan visado de entrada.

El nerviosismo de Berlín Este se hizo patente ayer cuando el jefe de la representación diplomática de la RDA en Bonn, Horst Neubauer, acusó al Gobierno de: Bonn de haber "faltado a su palalbra" al permitir la entrada de nuevos refugiados en sus embajadas y pidió a la RFA que cierre el, acceso a más gente. Bonn reaccionó indicando que, "por razones humanitarias", no puede impedir el paso de los alemanes que entran en sus representaciones diplomáticas. Incluso ayer, personal de la Embajada de Bonn en Praga se enfrentó a la policía checa, que intentaba impedir a un refugiado que saltara la verja acompañándole después hasta la puerta principal y permitiéndole el paso al interior.

Las calles cercanas a la sede diplomática quedaron llenas de viejos coches que los refugiados abandonaban para saltar la verja de la embajada.

El abogado de la RDA Wolfgang Vogel, especialista en causas humanitarias, repitió ayer de nuevo su oferta, la misma que se reveló inútil para los que abarrotaban las embajadas la semana pasada. El Gobierno, dijo, no tomará represalias contra los refugiados, se agilizarán los trámites de emigración para que puedan salir legalmente del país antes de seis meses y se les permitirá llevarse consigo a sus familiares, si éstos quieren acompañarlos.

Berlín Este tiene cada vez menos tiempo para lavarse la cara antes de la llegada de Gorbachov y de los demás jefes de Estado. La emergente oposición del interior realizó ayer una manifestación en la ciudad de Leipzig, a la salida de la ya tradicional oración por la paz, que se celebra todos los lunes en la catedral de San Nicolás, en la que cerca de 10.000 personas gritaban "nosotros nos quedarnos" sin que, en un primer momento, interviniera la policía. Los manifestantes pedían más democracia y la puesta en marcha de reformas al grito de "venceremos, Gorby". La policía actuó finalmente para dispersar la manifestación que se saldó con una decena de detenidos y cinco heridos.

Recuerdo de los 'marielitos'

Según Berlín Este, los ciudadanos que "sin ningún derecho" ocupaban las embajadas de la RFA en Praga y en Varsovia habían sido "expulsados del país" a bordo de trenes de la Reichsbalin, en lo que constituía una "acción humanitaria". La nota los calificaba de "elementos antisociales", "gente que no quiere trabajar" y otros epítetos similares que recordaban claramente el episodio de los marielitos, cuando el régimen de Fidel Castro dejó salir a miles de cubanos hacia Estados Unidos en 1980.

Por otra parte, el ministro portavoz del Gobierno, el democristiano Hans Klein, aseguró ayer por la mañana que el canciller federal Helmut Kohl y el líder soviético Mijail Gorbachov habían permanecido en "estrecho contacto" a lo largo de toda la crisis de los refugiados. Según Klein, el último mensaje de Kohl al Kremlin fue enviado el viernes, y la respuesta de Moscú llegó el domingo. Klein no quiso desvelar el contenido de las notas, pero explicó que la línea caliente, o el teléfono rojo establecido en octubre de 1988, cuando Kohl visitó la capital soviética, había funcionado constantemente.

Pese al reconocimiento explícito por parte de Klein del "papel clave" jugado por el ministro de Exteriores, el liberal Hans Dietrich Gensher, estas declaraciones se producen en un contexto político que permite sospechar si no estarán lanzadas contra Genscher, que posiblemente vivió el sábado en Praga el momento más brillante de su carrera cuando, con voz entrecortada, desde el palacio Lobkowitz, anunció a los refugiados su salida. El claro descenso de la CDU en las elecciones municipales de Renania del Norte-Westfalia a costa del alza de la extrema derecha y de los liberales muestra que la CDU no ha podido capitalizar electoralmente el éxodo.

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