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CONSUMO

Enterrada parte de los 50.000 kilos de pollos con 'salmonella' declarados comestibles hace 15 días

Las autoridades sanitarias han decidido prohibir la venta de alrededor de 50.000 kilos de pollos congelados, con salmonella en la piel, 15 días después de haber anunciado oficialmente, que no entrañaban peligro para el consumo humano (véase EL PAÍS de 19 de julio de 1989). Esta medida ha sido adoptada tras haberse recibido recientemente una comunicación de la Embajada española en Suecia en la que se advertía sobre las repercusiones negativas que podría acarrear al turismo de las islas un previsible aumento de casos de visitantes extranjeros afectados por este tipo de intoxicación vírica.

En contra de lo anunciado inicialmente en medios oficiales, anteayer fueron enterrados en el vertedero insular de basura de Arico (Tenerife) 22.000 kilos de pollos contaminados, que habían sido interceptados hace dos meses en el puerto de Santa Cruz de Tenerife por la Dirección General de Salud Alimentaria y Protección de los Consumidores del Ministerio de Sanidad y Consumo. De otra parte, Francisco Rivera, director general de Salud Pública de la comunidad autónoma, reconoció ayer a EL PAÍS que está previsto que en los próximos días unos 28.000 kilos de esta misma ave, que habían sido levantados del puerto e inmovilizados por dicho departamento antes de su puesta en circulación, correrán la misma suerte. Estas dos partidas suman precisamente los 50.000 kilos de pollos procedentes de Francia que en junio pasado fueron paralizados en la aduana como resultado de las instrucciones contenidas en una orden del 1 de ese mismo mes firmada por Ismael Díaz Yubero, director general de Salud Alimentaria y Protección de los Consumidores, que había sido dirigida a los puntos fronterizos de Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, La Junquera e Irún. En la misma instrucción se autorizaba a Sanidad Exterior para que paralizara los envíos de pollos de una marca de origen francés, así como el seguimiento periódico de las piezas de otra marca belga.

Fuentes del gabinete de Prensa del Ministerio de Sanidad y Consumo señalaron, en la segunda quincena de julio, tras conocerse la noticia, que no existía problema para la comercialización de los pollos franceses bloqueados cautelarmente en Santa Cruz de Tenerife, alegando que sólo estaban ligeramente contaminados en la piel y no en la masa muscular profunda.

Incinerados

En opinión de las autoridades sanitarias españolas, que decidieron finalmente dar vía libre a la venta de parte de los 50.000 kilos de pollos, tras cambiar de criterio en el control sanitario de los mismos, la salmonella de la piel era fácilmente eliminable durante la cocción de las aves. Sin embargo, especialistas en alimentación sostenían que, de cualquier forma, sí existía riesgo de contaminación, ya que el germen se podía transmitir a través de los cubiertos, al trocear la carne cruda. Los importadores franceses habían presionado a las autoridades españolas para convencerlas de que no aplicaran la legislación nacional, que consideraban muy estricta. La Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad, Trabajo y Servicios Sociales del Gobierno de Canarias, la misma que ahora ha decidido enviar al basurero cerca de 28.000 kilos de dichos pollos señalaba el 17 de julio en una nota de prensa que "no se han detectado en Canarias partidas de pollo que puedan constituir un riesgo para la salud pública, ni en los controles rutinarios ni en los extraordinarios".

Su titular, Francisco Rivera, precisó ayer que, lo que su departamento quería decir era que "no existían pollos contaminados en circulación en el mercado de las islas".

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