Bush medita sobre la cara oculta
El presidente de Estados Unidos, George Bush, se debate estos días entre la tentación de pasar a la historia comio el hombre que inició la segunda edad de oro de EE UU en el espacio y la cruda realidad presupuestaria de su país. En una sociedad que valora como ninguna los gestos espectaculares, un serio compromiso de instalar una base permanente en la cara oculta del satélite, que sería anunciado hoy a bombo y platillo, constituye una gran tentación para un presidente necesitado del carisma que le sobraba a Kennedy.El nuevo Consejo Nacional del Espacio, que preside el vicepresidente Dan Quayle, se lo ha puesto fácil a Bush al recomendar el establecimiento de una base lunar permanente como nueva meta en la errática trayectoria espacial de EE UU. Otro grupo se decanta por iniciar la exploración de Marte, en cooperación con la Unión Soviética. Ambas metas no están reñidas, según el Consejo Nacional del Espacio, ya que la base lunar serviría de etapa intermedia para el viaje al planeta rojo.
Detrás está el dinero, el mismo problema, aunque no el único, que hizo que la llegada del hombre a la Luna se haya convertido en un hito sin consecuencias espectaculares. ¿Habría cambiado algo la historia de la humanidad si los seres humanos no hubieran llegado nunca a pisar la Luna? La pregunta que cualquier persona se hace automáticamente con motivo del aniversario no tiene una respuesta fácil, porque la transferencia de la tecnología desarrollada para los vuelos espaciales a la sociedad civil, aunque importante, se ha ido produciendo de forma gradual y escasamente espectacular y la importancia de la exploración en sí no es algo fácilmente cuantificable. Lo que sí produce consenso es que se hubieran podido obtener resultados mucho mayores del esfuerzo espacial si éste hubiera sido continuado en el tiempo. En cualquier caso, la NASA se encuentra en bancarrota y sin una decision política no podría emprender los nuevos programas, que deberán esperar de todas formas hasta el año 2000.
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