Los hombres de la Luna
Marte es el siguiente paso en la conquista del espacio para los tripulantes del 'Apolo 11'
"Éste es un pequeño paso para el hombre, pero un gransalto para la humanidad" (Neil Armstrong, 20 de julio de 1969)
Edwin Buzz Aldrin reconoce que, cuando pasea de noche con su Mercedes Benz descapotable por las autovías de Laguna Beach (California), suele mirar de reojo a la Luna. Aldrin es uno de los 18 hombres que pueden decir, con orgullo, que él sí estuvo allí. "A veces la miro y la verdad es que siento nostalgia", ha declarado a este diario el astronauta. Aldrin es uno de los dos tripulantes del Eagle, el módulo espacial que a las 16,17 del 20 de julio de 1969, hora de Estados Unidos, alcanzó el satélite de la Tierra por primera vez en la historia. El otro fue el primer hombre que pisó la Luna, Neil Armstrong, y arriba quedaba, esperando a sus dos compañeros, el tercer tripulante de la histórica misión Apolo 11, Michael Collins.Veinte años después de aquel gran salto para la humanidad y de abandonar la árida y gris superficie del Mar de la Tranquilidad, Buzz Aldrin está convencido de que "deberíamos regresar a la Luna antes del año 2000, pero no creo que estemos preparados para hacerlo hasta el 2005". El astronauta cree que se debería construir una base lunar lo antes posible, pero reconoce que "20 años después de aquellas misiones, volver no es tan fácil como pueda parecer".
Según Aldrin, el problema no estaría en encontrar nuevos Armstrong, Collins y Aldrin, "porque encontraríamos a millones de personas dispuestas a hacer el viaje; el problema sería reunir al equipo de técnicos y el material preciso para conseguir llegar de nuevo allí". Pese a recordar con cierta nostalgia sus paseos lunares, Aldrin explica que su obsesión ahora "no es la Luna, sino el planeta Marte". "Creo que si tuviéramos una base en la Luna, la aventura de Marte sería mucho más fácil", asegura.
Crisis y problemas
Superadas y olvidadas sus crisis emocionales y los problemas con el alcohol, que marcaron los dos años siguientes a su histórica misión, Aldrin vive inmerso en el espacio, a pesar de trabajar en la soleada California. "Desde que estuve en la Luna, mi vida cambió completamente, pero no tanto por lo que experimenté allí arriba, sino por la reacción de la gente que tenía a mi lado", explica. "Fue realmente difícil tratar de nuevo con la gente y lograr que me vieran como una persona normal", declara el astronauta, antes de señalar que "yo, al menos, me considero normal, porque todos los días tengo que lavarme los dientes, limpiarme los zapatos y, cómo no, pagar mis facturas".Buzz Aldrin tiene 59 años, se ha casado tres veces, tiene tres hijos, y dejó la NASA en 1972 para fundar la compañía de telecomunicaciones espaciales Research & Engineering Consultants Incorporated. Aldrin acaba de publicar un libro, que ya es un éxito de venta, Men from Earth (Hombres de la Tierra); y pese a declararse cansado de recordar su viaje a la Luna, reconoce: "Fui un afortunado por haber estado en el lugar preciso en el momento exacto; y, sobre todo, por tener la capacidad mental suficiente para darme cuenta de lo que hicimos".
Cuando Aldrin habla en plural se refiere, cómo no, a sus amigos y compañeros en las páginas de los libros de la historia universal, Neil Armstrong y Michael Collins. "Hemos conseguido pasar desapercibidos durante todos estos años, porque sabemos que aquello fue el triunfo de la humanidad y no sólo nuestro triunfo personal". Aldrin cree que el viaje del Apolo 11 fue muy distinto al que emprendió Cristóbal Colón hace casi 500 años, aunque cree que "la filosofía que le movió a él era la misma que la que nos llevó a nosotros hasta la Luna".
Aldrin no se siente frustrado de haber sido el segundo hombre que pisó la Luna, "a pesar de que sí estoy harto de que me lo recuerden", dice. El astronauta explica que él es un militar -estudió en West Point e intervino en 66 vuelos de combate en Corea donde derribó dos Mig-15-, "y acepto el hecho de que el comandante de la misión [Armstrong] fuera el primero en bajar del módulo; ser el segundo supuso un mayor problema para los demás que para mí mismo".
Este astronauta explica: "Soy feliz porque a veces paseo por la calle y la gente no me reconoce" Lo que no le ocurre cuando conduce su Mercedes Benz, porque la matrícula del vehículo -MOON AGN (Luna otra vez)- le delata.
Neil Armstrong, el primer hombre que puso una huella humana sobre la superficie lunar, y Michael Collins, el piloto que recogió a sus dos compañeros tras su paseo lunar y los llevó de regreso a la Tierra, no conceden entrevistas desde hace ya muchos años. Sus apariciones públicas son escasas, aunque han participado en la mayor parte de los actos conmemorativos del 20 aniversario de su viaje a la Luna.
Armstrong, el comandante de aquella misión, no tuvo problemas emocionales, como ocurrió con Aldrin; pero, tras su regreso a la Tierra, decidió no hacer vida pública ni mucho menos ostentar y pasear por el mundo el título de El primer hombre que pisó la Luna. Armstrong, que actualmente tiene 58 años, ha sido condecorado por 17 países, muchos de los cuales ni tan siquiera ha visitado, y actualmente preside la CTA Incorporated, una empresa de sistemas informáticos con sede en Ohio. En 1986 presidió, por petición de la Casa Blanca, la investigación del accidente del transbordador espacial Challenger, pero habitualmente dedica la mayor parte de su tiempo a los libros, a su mujer y a sus dos hijos.
Borrar las huellas
Cuando habla de la Luna, en las pocas conferencias que pronuncia, Armstrong quita valor al hecho de haber sido el primero, e incluso ha explicado en varias ocasiones: "Tengo la esperanza de que alguien logre subir allí arriba uno de estos días y borre las huellas que dejé".Michael Collins vive en Washington DC, donde trabaja como consejero de empresas aeroespaciales y donde se dedica a escribir libros sobre la carrera espacial. En estos momentos, Collins, que tiene 58 años de edad, está preparando un nuevo libro sobre la conquista de Marte, planeta que, al igual que les sucede a Aldrin y a Armstrong, se ha convertido en su gran obsesión.
En una conferencia muy reciente celebrada en la sede central de la NASA, en Washington, Collins explicó: "Lo mejor del programa Apolo fue la confirmación de que el nuestro es un pueblo de exploradores. Primero colonizamos el Este, después nos adentramos en la Gran Llanura para llegar y conquistar el Oeste, y después alcanzamos la Luna". Según Collins, Ia Luna debería ser un escalón de piedra para alcanzar lugares mucho más interesantes, como Marte o quizá Titán, una de las lunas de Saturno".
Durante todos estos años, Armstrong, Aldrin y Collins no han sucumbido a los elogios. Su comportamiento a lo largo de estos años ha constituido tal prueba de humildad que solamente se explica por el hecho de que sólo ellos y los otros 15 moonwalkers (paseantes de la Luna) se dieran cuenta de que ahí fuera, donde el hombre es un ser insignificante, no hay lugar para la vanidad.
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