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Política y dinero en la llegada a la Luna

Los especialistas piensan que si hubiera continuado el ritmo de inversión ya existirían colonias espaciales

, Si se hubiera invertido en el espacio hasta hoy tanto dinero como en la década de los sesenta, que culminó con la llegada del hombre a la Luna, ahora otros hombres vivirían en estaciones espaciales, según los especialistas en el espacio. Los primeros seres humanos que llegaron al satélite terrestre, los cosmonautas norteamericanos Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin, se mostraron recientemente decepcionados con la política espacial de Estados Unidos en las dos últimas décadas.El máximo responsable de la preparación de los cosmonautas europeos en la Agencia Espacial Europea (ESA), el ingeniero español Andrés Ripoll, que trabajó en el programa espacial estadounidense en los años sesenta, asegura que las primeras escaramuzas espaciales tuvieron un sentido básicamente político.

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"En esa época se daban unas condiciones muy especiales. Se temía mucho a la guerra. Por ello se pensó que había que darle un nuevo objetivo a la humanidad. Pero también es cierto que se querían desarrollar sistemas defensivos, porque no hay que olvidar que se vivía en plena guerra fría", advierte. El hecho que propició la llegada del hombre a la Luna fue, según Ripoll, dar vía libre a los gastos del espacio. "Todo el programa Apolo costó unos 30.000 millones de dólares (casi cuatro billones de pesetas) y el presupuesto de la NASA en 1969 fue de 6.000 millones de dólares. En cambio, este presupuesto bajó a sólo 3.000 millones de dólares en 1973. Si se hubiera seguido invirtiendo hasta hoy tanto dinero en el espacio como entonces ya existirían varias estaciones espaciales".

Luis Ruiz de Gopegui, director de la estación de seguimiento de satélites que la NASA posee en Robledo de Chavela (Madrid), asegura que si hubiera continuado el ritmo de inversiones de la década de los sesenta en el espacio, "el hombre habría llegado ya a Marte, a Titán y tal vez hubiera salido de nuestro sistema solar".

Ruiz de Gopegui opina que aquellos gastos eran desproporcionados y que ningún político aprobaría hoy presupuestos tan enormes para seguir la carrera espacial. "No me extraña la crítica que han hecho Armstrong, Collins y Aldrin a la política espacial norteamericana, pero los gastos del espacio deben tener un límite, porque no sólo de carrera espacial vive el hombre. Y si no, ahí está el ejemplo de la Unión Soviética, que acaba de reducir sus presupuestos para el espacio".

Simulación en Nevada

Mientras los soviéticos decidían explorar la Luna únicamente con sondas no tripuladas, como los artefactos de las series Luna, Cosmos o Zond, de los cuales enviaron 24 a nuestro satélite entre 1959 y 1976, los norteamericanos lanzaron sus sondas Ranger, Lunar Orbiter y Surveyor para preparar el programa tripulado Apolo.

"Para llegar a la Luna fue preciso realizar en tierra numerosos programas de simulación y muy caros, como el Ranger, el Lunar Orbiter o el Surveyor", comenta Ripoll. "Simultáneamente se Ponía en marcha el programa Géminis, en el que los astronautas aprendieron a ensamblar vehículos y a salir de las naves en el espacio exterior".

Ripoll considera que todos esos programas fueron fundamentales para emprender el programa Apolo. Y desestima algunos comentarios de entonces en el sentido de que los astronautas nunca se posaron en la Luna y que el público vio entonces por televisión tan sólo imágenes captadas en el desierto de Nevada. "Entonces se hicieron muchas simulaciones del aterrizaje lunar en Nevada y por esta razón se decía que llegar a la Luna era como aterrizar en el desierto de Nevada", aclara el científico español de la ESA.

Con el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik-I, que fue puesto en órbita el 4 de octubre de 1957, se inició una carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética que ha durado hasta hoy. En 1962, el presidente John F. Kennedy había lanzado un reto en el Congreso: "Tenemos que poner un hombre en la Luna y hacerlo volver a la Tierra con vida antes de finalizar la década".

El programa Apolo fue diseñado para llevar al hombre a la Luna. El prestigio de Estados Unidos frente a la Unión Soviética estaba en juego. El 27 de enero de 1967, durante la preparación de un vuelo simulado del Apolo, la cápsula se quemó y murieron los astronautas Virgil Grissom, Edward White y Roger Chafe. Pero posteriormente, y gracias en gran parte al lanzador Saturno, comenzó el éxito del programa.

Hubo varios lanzamientos no tripulados hasta el Apolo 7, que voló el 11 de octubre de 1968 con tres tripulantes a bordo. El Apolo 8 dio la vuelta a la Luna en la Navidad de ese mismo año. Con las naves Apolo 9 y Apolo 10 se hicieron pruebas de ensamblaje y se ensayaron los módulos de alunizaje. Después vendría, en la fecha que se conmemora hoy, el momento cumbre de la llegada del primer hombre a la Luna a bordo del Apolo 11 y los paseos por ésta de Armstrong y Aldrin.

Hasta diciembre de 1972, fecha en que se lanzó la última nave, el Apolo 17, se cumplieron seis misiones a la Luna.

Rípoll estima que en los años setenta el hombre se dedicó a aprender, mientras que en la década de los ochenta empezó a comprender el cosmos, a estudiar la ingravidez y a darse cuenta de que el espacio era una ventana privilegiada para conocer mejor la Tierra. "Fue entonces cuando dio comienzo la explotación comercial del espacio y el lanzamiento de satélites de telecomunicaciones, de teledetección, meteorológicos, etcétera".

Tanto Ripoll como Ruiz de Gopegui creen que ahora la explotación del espacio trata de ser más práctica y recuerdan el actual programa de la NASA para el estudio de los recursos terrestres y la situación ambiental del planeta, en el que van a colaborar numerosos países.

Estación espacial

"El proyecto más inmediato de varios países es colaborar en la puesta en órbita en 1996 de una estación espacial. También los norteamericanos, los soviéticos y los alemanes proyectan construir un avión aeroespacial que sea capaz de recorrer la distancia Nueva York-Tokio en dos horas o de alcanzar la órbita terrestre desde Nueva York en cinco minutos, a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora. Esto será realidad en la primera década del próximo siglo. Después se construirá la primera base lunar, donde previsiblemente se instalarán radiotelescopios muy potentes y se buscarán minerales para procesarlos", comenta Ruiz de Gopegui. "En el siglo XXII habrá enormes naves en el cosmos que dispondrán de gravedad artificial y así se evitarán los problemas psicológicos que ahora provocan las pequeñas cápsulas espaciales".

Ripof, a su vez, está convencido de que la solución a parte de los problemas energéticos y de recursos que padece la Tierra llegará a través de la conquista del cosmos, "donde el hombre vivirá de forma permanente".

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