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FIESTA Y 'CUMBRE' EN PARÍS

Los "siete grandes" apoyan el cambio democrático en el bloque comunista

La Comisión de las Comunidades Europeas recibió ayer el encargo, por parte de las siete grandes potencias occidentales, reunidas en París, de organizar una reunión internacional en la que se establezcan fórmulas de colaboración con los países del Este de Europa y se determinen ayudas económicas para dichos países, con la mención expresa de Hungría y Polonia. La cumbre, que reúne este fin de semana a los máximos dirigentes de EE UU, Japón, República Federal de Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá e Italia, decidió así respaldar un cambio sustancial en el equilibrio Este-Oeste establecido, hace más de cuatro décadas, tras la II Guerra Mundial.En una iniciativa sin precedentes, el presidente soviético, Mijail Gorbachov, envió una carta a la cumbre en la que señala: "Nuestra perestroika es inseparable de la política tendente a la participación plena y completa en la economía mundial". El líder del Krerrilin afirma que "la vida misma destruye los viejos obstáculos levantados de forma artificial entre diferentes sistemas económicos", y pide de forma "Urgente" una armonización de los procesos de la economía mundial. Con un lenguaje pragmático, Gorbachov enumera en la carta los puntos en los que debería iniciarse esa colaboración: intercambio de información, regulación de líneas de crédito y de ayuda al Tercer Mundo y compatibilidad de los datos estadísticos económicos.

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La cumbre de los siete grandes condenó, por otro lado, con inesperada severidad, la involución del régimen chino, empleando los términos "regresión" y "aislamiento" y anunciando la congelación de nuevos créditos a dicho país por parte del Banco Mundial. En otro comunicado se insistió en el rechazo al terrorismo, "especialmente el patrocinado por Estados". En un cuarto texto, por último, los grandes reafirmaron su compromiso con la libertad y la democracia en una declaración solemne sobre los derechos humanos, que se interpretó como una contribución al bicentenario de la Revolución Francesa.

Los "ricos" prometen ayuda a Hungría y Polonia

Los siete grandes hicieron referencia al "desarrollo de las relaciones entre la CE y los países del Este, particularmente la conclusión de un acuerdo con Hungría, el progreso ya alcanzado durante las actuales conversaciones con Polonia y la apertura de negociaciones con la Unión Soviética". Acto seguido, admitían que los cambios políticos en esos países serían difícilmente sostenibles sin progreso económico, por lo que se comprometían a "apoyar ese proceso y a considerar, como sea más apropiado y de forma coordinada, una ayuda económica destinada a transformar y abrir sus economías de forma duradera".El compromiso de las siete grandes potencias se concretó en "la convocatoria de una reunión con todos los países interesados que tendrá lugar en las próximas semanas". Para tal fin, "pedimos a la Comisión de las Comunidades Europeas que tome las medidas necesarias de acuerdo con los otros Estados miembros de la Comunidad (no pertenecientes al G-7), y agregando, junto a los participantes en esta cumbre, a todos los países interesados".

Protagonismo de Delors

Con este encargo se concedía por vez primera protagonismo a Jacques Delors, presidente de la Comisión de la CE, que hasta ahora había asistido a la cumbre como un octavo pasajero sin otras funciones que las de oyente. Delors se encargará de organizar la reunión Este-Oeste y de canalizar las ayudas a Hungría y Polonia. Los siete grandes urgieron también al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que concluyera pronto y de forma satisfactoria sus negociaciones con Polonia, y expresaron su decisión de apoyar, en el seno del Club de París, una "expeditiva" reestructuración de la deuda externa polaca que alivie la situación financiera de dicho país. La amistosa actitud adoptada frente a los países del Este se hizo compatible con un recordatorio del desequilibrio militar, faborable a la Unión Soviética, en Europa y Asia, lo que, según el G-7, hace forzoso "mantener una estrategia de disuasión basada en una apropiada mezcla de fuerzas nucleares y convencionales", aunque ello se compensó con el compromiso de "obtener una prohibición global de las armas químicas, un equilibrio de fuerzas militares en Europa al más bajo nivel posible. y una sustancial reducción en los arsenales nucleares estratégicos de los Estados Unidos y la URSS".El decidido empujón dado por los siete grandes a la aproximación Este-Oeste fue considerado como un éxito diplomático de los Estados Unidos. George Bush llegó a París, procedente precisamente de Hungría y Polonia, deseoso de que sus aliados se comprometieran en la ayuda a los regímenes socialistas en vías de democratización.

La otra gran declaración formulada ayer por el G-7 fue la dedicada a China. Con inesperada virulencia (Japón había expresado su escasa disposición a tocar siquiera el tema) se condenaba en ella "la violenta represión" del régimen de Deng Xiaoping, y se anunciaba que "el examen de nuevos préstamos por parte del Banco Mundial sería aplazado", en vista de "las actuales incertidumbres económicas".

Al margen de las cuatro declaraciones políticas aprobadas, los "siete grandes" abordaron también otros conflictos regionales. Sobre Oriente Próximo, la cumbre reclamó un diálogo entre "todas las partes implicadas" y apoyó la celebración de elecciones -"siempre que sean libres"- en los territorios ocupados.

Los siete urgieron la retirada de los "ejércitos extranjeros" de Líbano, respaldaron la conferencia internacional de París sobre Camboya, apoyaron los acuerdos de Esquipulas para resolver el conflicto centroamericano e instaron a la Organización de Estados Americanos (OEA) a que garantice unas eleciones libres en Panamá.

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