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FIESTA Y 'CUMBRE' EN PARÍS

Reunión paralela de los siete países mas pobres

J. A. S. / E. G. La Liga Internacional para los Derechos y la Liberación de los Pueblos (LIDLP), presidida por el premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, organizó ayer una contracumbre en el salón de la Mutualité, de París, en la que participaron representantes de los siete países más pobres de la Tierra. Pérez Esquivel declaró que esta cumbre "simbólica" espera que "contribuya a la toma de conciencia y de responsabilidad de la comunidad internacional".

La cumbre de los más pobres (Burkina Fasso, Mozambique, Zaire, Haití, Bangladesh, Filipinas y Brasil se ha reunido en París, al igual que ha ocurrido desde 1984 siempre que los siete grandes han organizado su encuentro anual. Una delegación de los participantes entregó anoche la declaración final a Jacques Attali, consejero del presidente francés, François Mitterrand, y principal sherpa (nombre que se da a quienes preparan las cumbres) de la reunión de 1989 del G-7.

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Diversos intervinientes no gubernamentales de los siete pequeños habían abordado por la mañana en la Mutualité los problemas de la pobreza en el mundo. Por la tarde, trataron en mesas redondas y debates los mismos asuntos que integran el temario de la cumbre de los ricos, es decir, la deuda externa y el medio ambiente, además de discutir sobre los conceptos de democracia y solidaridad. La declaración de Adolfo Pérez Esquivel, hecha pública durante la apertura, se pronuncia también a favor de encontrar "vías alternativas para superar la situación de injusticia" en el mundo y reclama un nuevo orden económico internacional "basado en relaciones más justas y más humanas para el bien de los pueblos pobres".

La contracumbre fue promocionada el pasado fin de semana en la capital francesa con una manifestación que congregó a 20.000 personas en la plaza de la Bastilla y con un concierto al que asistieron 200.000 personas. Estos dos actos, apoyados por la extrema izquierda y por los comunistas franceses, constituyeron el punto álgido de la crítica dirigida desde la izquierda a la celebración del bicentenario y, especialmente, a su coincidencia con la cumbre de los ricos.

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