Autoamnistía

Normalmente no es recomendable hacer a la vez una cosa y la contraria. Al mezclar una ley de transparencia de las finanzas de los partidos políticos y una ley de amnistía para las infracciones cometidas sobre la materia, el Gobierno pierde por un lado el crédito que podía ganar por el otro. El nuevo proyecto mejora en el momento oportuno las disposiciones anteriores, pero sufre desde su inicio del vicio propio a las leyes sobre la virtud: todo depende de la aplicación. Los ejemplos de EE UU y la RFA demuestran que no basta con establecer textos estrictos para evitar los escándalos político-financieros o, por lo menos, la financiación oculta de las campañas electorales. Por tanto, el argumento que consiste en decir que seremos intratables en el futuro, hagamos borrón y cuenta nueva sobre lo anterior, es sólo aparente. Son los mismos garantes de la moralidad de mañana los que se estimarían liberados de su inmoralidad de ayer. Por tanto, al tener el poder, legislativo, para amnistiar y usarlo sobre sí mismo, es sospechoso. Además, el ejercicio consistente en sacar a los colegas de una mala situación tiene por efecto el dar a pensar que todos tienen algo que reprocharse, lo que es falso. Pero existen los suficientes expedientes dormidos como para que haya sensación de peligro común para la reputación de la profesión. Hay hábitos instituidos, costumbres adoptadas, que son otras tantas trampas de relojería.

22 de junio