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Bush ataca a Moscú por su política en Centroamérica

Francisco G. Basterra

George Bush responsabilizó ayer directamente a la Unión Soviética de las "consecuencias" en las relaciones con Washington de su intervención en Centroamérica, "apoyando la violencia y la subversión". El presidente norteamericano pidió a Moscú que concluya el apoyo "al asalto de Nicaragua a la democracia en la región". En su primer discurso global sobre Latinoamérica desde su toma de posesión, Bush prometió que su Administración trabajará para construir una "nueva asociación con las Américas, basada en el mutuo respeto y en el compromiso común con el sistema de Gobierno democrático".

El presidente tuvo palabras muy duras para el hombre fuerte panameño, el general Noriega, acusándole de estar preparando un "masivo fraude electoral". Bush anuncié que EE UU, que ayer hizo también un llamamiento directo a las fuerzas de defensa panameñas para impedir el temido pucherazo, "no reconocerá los resultados de una elección fraudulenta para mantener a Noriega en el poder". Pidió a las democracias europeas que se pronuncien clara y públicamente contra el fraude en las elecciones del día 6.Bush insistió, y esto es nuevo en relación con Reagan, en vincular directa y abiertamente el progreso en las relaciones con la URSS con el comportamiento soviético en el istmo centroamericano. El secretario de Estado, James Baker, llevará este mensaje el próximo día 10 a Moscú.

Suministro de armas

Bush, que hablaba en el Departamento de Estado ante el Consejo de las Américas, una organización de empresarios interesados en Latinoamérica, denunció que Cuba y Nicaragua han aumentado el suministro de armas del bloque soviético a la guerrilla salvadoreña. Esa ayuda, "en directa violación de los acuerdos de Esquipulas, debe cesar".Bush, que ha desmontado mediante un acuerdo bipartidario con el Congreso la política de Ronald Reagan, que intentó durante casi ocho años derrocar por la fuerza a los sandinistas, fue sin embargo muy severo con el Gobierno de Managua. Exigió a Daniel Ortega que detenga la "exportación de la revolución violenta".

Denunció que el régimen izquierdista nicaragüense está estableciendo unas reglas del juego que penalizan a la oposición ante las elecciones de febrero de 1990, con leyes electorales y de Prensa "restrictivas". Bush pidió la liberación de todos los prisioneros políticos, televisión para la oposición, el "fin de la intimidación" de la policía y el Ejército sandinistas" y del acoso de los líderes de la oposición. "Si los sandinistas suspenden esta prueba", dijo el presidente, "será un trágico y peligroso revés. La consolidación de la tiranía no significará la paz, sino una crisis a la espera de producirse". Estas palabras sugieren una velada amenaza a un nuevo intervencionismo norteamericano contra los sandinistas, que hasta febrero de 1990 mantendrá viva a la contra en Honduras con ayuda humanitaria.

Bush felicitó al general Andrés Rodríguez por su triunfo electoral en Paraguay y le prometió la cooperación de Washington. El presidente elogió también las elecciones "libres y justas" celebradas en El Salvador, y afirmó que la ultraderechista Arena "merecen una oportunidad y tienen nuestro apoyo". Bush pidió a los países latinoamericanos que liberen sus economías del estatismo y abracen la libre empresa, fomentando el clima propicio para la inversión.

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