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Guerra en la Comunidad Europea por las futuras medidas en busca del 'coche limpio'

Dos instituciones europeas, la Comisión y el Parlamento, han tomado o se disponen a tomar iniciativas inspiradas en la defensa del medio ambiente, pero que van a provocar una ardua pelea entre los doce y sembrar además el desconcierto en la industria automovilística. El Ejecutivo europeo echó el miércoles por los suelos un laborioso acuerdo sobre la reducción de la contaminación originada por los automóviles logrado en noviembre pasado por los ministros de Medio Ambiente tras tres años de negociaciones, anticipándose así al Parlamento Europeo, que probablemente en su próximo pleno también lo rechazará.

"El hombre de la calle", afirmaba el comisario europeo de Medio Ambiente, Carlo Ripa di Meana, para justificar su marcha atrás, "no comprendería por qué en los países de la Comunidad, generalmente más poblados y con una mayor concentración de vehículos, no va a ser posible imponer las mismas normas anticontaminantes que en EE UU, Japón y en nuestros vecinos de la Asociación Europea de Libre Cambio".Partiendo de esta motivación, la Comisión Europea propuso aplicar a partir del 1 de enero de 1991, es decir, con entre uno y dos años de antelación sobre la fecha prevista, las normas pactadas entre los doce en noviembre y que prevén reducir las emanaciones tóxicas de los automóviles con una cilindrada inferior a 1.400 centímetros cúbicos en un 53% (30 gramos de monóxido de carbono y 8 de óxido de nitrógeno e hidrocarburos).

Pero su proposición más llamativa consiste en endurecer nuevamente las normas anticontaminantes a partir del 1 de enero de 1993, y aunque la Comisión no lo indica explícitamente, está claro que se trataría de introducir entonces en Europa las estipulaciones vigentes en EE UU que restringen las emisiones tóxicas en un 73% (20 gramos de monóxido de carbono y 5 de óxido de nitrógeno).

Modificar vehículos

Aunque la pequeña cilindrada representa el 57% -en España ese porcentaje es aún mas alto- de los 120 millones de vehículos que circulan en la CE, equiparar las normas que se le aplica con las norteamericanas significa que será también necesario modificar las que atañen a los coches con una potencia comprendida entre 1.400 y 2.000 centímetros cúbicos (36% del parque automovilístico). La gama alta (más de dos litros y 7% del mercado) se rige ya en cambio por los criterios de EE UU.

"Los Gobiernos comprenderán", afirmó Ripa di Meana en una reciente entrevista con un medio anglosajón, "este paso adelante porque están sometidos a la presión de su propia opinión pública, que se da cuenta a pasos agigantados de que no es un lujo proteger el medio ambiente".

Dinamarca, Holanda y Grecia que hace cinco meses votaron contra el acuerdo y Alemania Occidental, que lo suscribió a regañadientes para no indisponer a Francia, se han alegrado con discreción del cambio de postura de la Comisión, mientras que entre los defensores del compromiso de noviembre (Francia, Italia, España y Reino Unido), la decisión de Bruselas ha provocado reacciones de disgusto.

Unanimidad para un acuerdo

El momento elegido por la Comisión para comunicar su nueva posición no es, desde luego, inocente. La propuesta del Ejecutivo europeo en vísperas de la celebración del pleno en Estrasburgo va a acabar de convencer a numerosos diputados para pronunciarse contra el acuerdo del pasado otoño.

La consecución de un nuevo acuerdo requerirá la unanimidad de los doce, muy dificil de lograr. Puede que la CE carezca durante un cierto tiempo de normas comunes, reconoció el portavoz de la Comisión, y cada Estado miembro introducirá las suyas fraccionando así el mercado. Este período de incertidumbre es lo que más teme el sector automovilístico.

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