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El "Irangate" salpica a Bush

Un documento oficial revela que el entonces vicepresidente participó en la operación de armar a la 'contra'

Francisco G. Basterra

El actual presidente de Estados Unidos no se salvó del Irangate, como ha pretendido siempre. George Bush, entonces vicepresidente, estuvo directamente implicado en la operación ¡legal de armar a la contra, cuando el Congreso lo había prohibido, y que concluyó con el escándalo Irangate. Resucita así, fugazmente, un caso políticamente cerrado, pero que aún colea ante un tribunal de Washington.Un documento oficial del Gobierno, presentado por la defensa de Oliver North en el juicio que se le sigue en Washington por la conspiración que conmociona a la presidencia de Ronald Reagan, deja clara la implicación de Bush, junto con el resto de los altos cargos de la Administración, en las operaciones de conseguir ayuda militar para los contras, utilizando terceros países.

Por primera vez desde que estalló el escándalo, Bush, que se salvó por el informe de la comisión Tower y por las investigacines del Congreso, aparece como el emisario personal "discreto" de la operación secreta de ayuda ¡legal a los antisandinistas, en un viaje a Honduras en 1985.

Bush, que ha dado un giro de 180 grados en la política hacia Centroamérica seguida por Reagan, abandonando la opción militar en Nicaragua en beneficio de la diplomacia, aseguró ayer que no ha visto el documento y que no le preocupa.

El polémico texto, que sólo cuenta lo que el Ejecutivo quiere ahora desvelar, significa que ni el informe Tower, ni las comisiones del Congreso fueron capaces, en meses de investigación, de descubrir la realidad.

LAD

Emisario a Honduras

El documento presentado en el juicio por los abogados de North muestra que Bush, como vicepresidente, fue el emisario de Reagan al presidente de Honduras, Roberto Suazo, en uno de los múltiples acuerdos con países aliados para que suministraran armas a los contras.

El vicepresidente se mostró partidario, en una reunión en la Casa Blanca en 1984, de utilizar a terceros países para burlar la prohibición del Congreso. Y el 16 de marzo de 1985 volaba a Tegucigalpa para ofrecer a Suazo Córdova más de 110 millones de dólares de ayuda económica y militar para Honduras a cambio del favor. Era la puesta en práctica del plan secreto aprobado por Reagan para "estimular" a los hondureños a ayudar a los antisandinistas. Todo se hizo, sin embargo, con gran cuidado y el trato -ayuda a cambio de fusiles para los contras- no se reflejó en ningún papel como tal.

El documento usado por North revela que Reagan pidió a 10 países (Israel, Corea del Sur, Taiwan, China -Pekín envió misiles antiaéreos a los contras-, Guatemala, Honduras, Panamá y tres más, no identificados) que ayudaran a los rebeldes antisandinistas.

También descubre que el general panameño' Noriega ofreció, en agosto de 1986, asesinar a la cúpula sandinista a cambio de que EE UU "limpiara su imagen de narcotraficante.

La versión de un Bush igno rante de todo lo que pasaba a su alrededor, a pesar de su alto cargo, se había mantenido incólume hasta ahora. Pero un documento de 42 páginas, elaborado por el Gobierno federal y que ha permitido que se haga público para evi tar que North utilice otros papeles que podrían dañar más la seguridad nacional, hace saltar por los aires su inocencia.

El juicio de Oliver North, seguido con una sorprendente indi ferencia por una opinión pública cansada y que desenchufó cuan do supo que no había una "pistola humeante" que podría haber acabado con Ronald Reagan está demostrando sin embargo que la conspiración para saltarse la ley y engañar al Congreso fue más profunda de los que se creía y estaba dirigida directamente desde el despacho presidencial.

North, que el jueves declaró por primera vez en su juicio, juró que siempre actuó bajo órdenes y con el expreso permiso de sus superiores.

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