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EL FUTURO DE LA "PERESTROIKA"

Bogomolov: "El mercado único alarma al CAME"

El prestigioso economista soviético apuesta por la renovación de la comunidad económica socialista

Pilar Bonet

El Consejo de Asistencia Económica Mutua de los Países Socialistas (CAME) refleja hoy la crisis de los Estados miembros y, piensa en introducir a corto plazo la contabilidad en divisas convertibles, y a largo plazo, crear un mercado único. El mercado único previsto por la CE para 1992 alarma y pone en guardia a la comunidad socialista. Así lo ha manifestado a EL PAÍS el profesor Oleg Bogomolov, director del Instituto de Economía del Sistema Socialista Mundial, dependiente de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética.

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Bogomolov, de 62 años, está desde 1969 al frente del instituto que durante lustros ha sido refugio de intelectuales reformistas en desgracia, hoy en primera línea de la perestroika o en el centro de las polémicas sobre el socialismo.Tras la entrada de las tropas soviéticas en Afganistán, Bogomolov hizo llegar al Kremlin su desacuerdo. Hoy el profesor es candidato parlamentario por un distrito de Moscú con un programa de saneamiento financiero que prevé recortar los gastos estatales y de defensa.

"El sistema de cooperación internacional del CAME experimenta todas las crisis que sufren cada uno de los países miembros. Polonia no ha salido de la situación de crisis, y la economía húngara está en crisis. Aumentan las dificultades de otros países, incluso relativamente prósperos, como la República Democrática Alemana y Checoslovaquia", afirma Bogomolov.

"La economía soviética no ha dejado de estar al borde de la crisis. Esto se ha reflejado en el sistema de colaboración (en el CAME). El descenso de los precios de muchos productos exportados por la URSS, las materias primas, ha causado dificultades extras. El volumen comercial de la URSS ha disminuido sustancialmente, y no sólo en el comercio con Occidente, sino con los países del CAME. La URSS no puede compensarlo aumentando otras exportaciones".

La situación interna de los países del CAME ha afectado el comercio, donde aparte de la reducción de volumen hay, según dice Bogomolov, el anhelo de dar salida a los productos más competitivos en Occidente y no en el mercado socialista, por cuanto muchos de los países miembros, señala Bogomolov, tienen grandes deudas.

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Nueva estrategia

EI CAME ha tratado de poner en marcha una nueva estrategia de colaboración primando las relaciones directas entre empresas de distintos países sobre la coordinación de los planes respectivos. Los proyectos de relaciones empresariales directas, subrayados en 1984, han dado en la práctica pocos resultados. Ahora, señala el profesor, por fin se ha adoptado la línea de formar paulatinamente un mercado interior unido en el CAME que liberalice el tráfico de productos y mano de obra de uno a otro país. Si no hay un mercado interior, si es el Estado el que dispone, entonces el mercado unido no es real. Por el momento tal mercado no existe, es sólo una idea, pero una idea importante, como lo era la que unía a seis Estados europeos en 1957 al firmarse el Tratado de Roma".

El CAME quiere utilizar divisas convertibles en sus transacciones, ya sea "un rubio convertible que se creará paralelamente al rubio interno soviético" o bien "divisas occidentales". Bogomolov es partidario de impulsar la incorporación de la economía soviética al proceso de integración económica mundial. Opina, sin embargo, que Occidente debe ser más activo, y lamenta las resistencias para ese proceso de integración económica mundial, que permitiera la entrada de la URSS en el GATT.

El CAME y la CE han establecido relaciones oficiales que han ido acompañadas con acuerdos bilaterales entre Hungría, Checoslovaquia y Rumanía, por una parte, y la Comunidad Europea de otra. "Esto permite un mayor intercambio en el marco europeo y encaja con la política de construcción de una casa común, pero de todas formas estamos en guardia porque la CE tiene el plan de crear un mercado interno único que estará protegido del resto del mundo por ciertas barreras aduaneras y tarifarias, y esto puede reflejarse en las posibilidades de exportación soviética e impedir el desarrollo de la cooperación europea".

No a los créditos

Bogomolov está en contra de que la URSS, con una deuda exterior neta de 25.000 millones de dólares a finales de 1988, recurra a nuevos créditos. En la práctica el endeudamiento soviético comenzó a crecer muy deprisa a partir de 1986. Bogomolov, sin embargo, es más partidario de "atraer capital a empresas mixtas o a inversiones en zonas económicas especiales". Éstas surgirán en la frontera con Finlandia, en el mar Negro junto a Odessa, en el Báltico y el Extremo Oriente.

"Es cuestión de uno o dos años", señala.

El déficit presupuestario le parece "muy peligroso" a Bogomolov. "Si no se soluciona el problema de la inflación y no se sanea la situación financiera, toda la reforma económica está condenada al fracaso". La inflación soviética se expresa en la desaparición de artículos de primera necesidad y tiene una cuantía del 5% al 7% anual, según los cálculos soviéticos, es tando por debajo de Hungría (17%), Polonia (60%) o China (25%). El déficit del presupuesto, 100.000 millones de rubios, es el 11 % del producto nacional bruto. "Pocos países tienen tal déficit", dice Bogomolov, que compara la cifra soviética con el déficit norteamericano, entre el 3% y el 4% del producto nacional bruto. Últimamente, los medios de comunicación soviéticos informan de huelgas varias, desde los tejedores de alfombras de Asia central a los mineros de Vorkuta. Bogomolov cree que la huelga es "una forma de dar salida a la insatisfacción" en un proceso de democratización y transparencia informativa.

En vísperas del pleno del Comité Central del PCUS sobre política agrícola, Bogomolov piensa que Hungría, donde se abolieron las entregas obligatorias de los campesinos al Estado en los cincuenta, es un buen modelo para la agricultura soviética". La propiedad privada, que tanto inquieta a los conservadores, es "totalmente admisible y debe tener igualdad de derechos con otras formas de propiedad en la agricultura".

La doctrina de Breznev sobre la soberanía limitada (justificante de la intervención armada en países del Pacto de Varsovia) ha pasado a la historia, asegura Bogomolov, que es capaz de concebir un país del Pacto de Varsovia convertido en neutral. "Si sucede que Hungría se declara neutral como piden algunos de los políticos de aquel país, no amenazará la seguridad de la URSS, pero ello no supone que ésta sea la mejor decisión para Hungría. Se dice que yo propongo la neutralización de Hungría. No es así. Lo más probable es que Hungría no salga ni del CAME ni del Pacto de Varsovia, aunque desarrolle el pluripartidismo".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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