Aprobado el plan inicial de restauración del circo y el anfiteatro de Tarragona
La Comisión Técnica de Cultura de la Generalitat aprobó ayer las obras de recuperación de la cabecera del circo romano y una primera actuación de mantenimiento en el anfiteatro de Tarragona, contempladas, respectivamente, en las fases primera y parte de la séptima del proyecto global diseñado por el arquitecto italiano Andrea Bruno. El plan, cuyas obras no empezarán antes del verano, está presupuestado en 482 millones de pesetas. La financiación de la inversión dependerá del resultado de las negociaciones con diversas petroquímicas.
La finalización de los trabajos está prevista para 1993, cuando se celebre en Tarragona el 14 Congreso Internacional de Arqueología Clásica, la más importante cita mundial de su género.El director general del Patrimonio artístico, Eduard Carbonell, no desveló qué cantidad están dispuestas a pagar las tres administraciones implicadas en el proyecto -la Generalitat, el Ayuntamiento y la Diputación de Tarragona- ya que "queremos que primero las industrias petroquímicas realicen su oferta económica para después nosotros desembolsar el dinero que falte". Precisamente, el próximo día 16 se mantendrá una reunión con los empresarios de una sociedad, cuya identidad no fue desvelada aunque posiblemente se trate de Repsol, para abordar la financiación. Carbonell justificó que hasta ahora las químicas no han concretado una cantidad, después de diversos contactos porque "de hecho no les habíamos presentado un proyecto en firme para empezar a negociar".
Las obras persiguen, principalmente, dar funcionalidad al circo romano para que "el público ya pueda disfrutar de este conjunto arquitectónico". Los trabajos pasarán por demolir parcialmente la muralla medieval del siglo XIV, de escaso valor artístico, que cubre la mayor parte de las bóvedas del monumento, que tienen unos siete metros de altura.
Paralelamente, se creará una escalinata de mármol, que reproducirá la que existía hace unos 2.000 años, y que enlazará la parte superior de la cabecera del monumento, de donde nacen las graderías, hasta la entrada a las bóvedas. Los asientos donde se situaban los aficionados a las carreras de cuádrigas se restaurarán para que se aprecie su construcción original. El plan recoge también la disminución del nivel actual de la calle de la Baixada de la Peixeteria, que discurre junto a la cabecera, para que "se pueda observar que la arena estaba situada a unos cuatro metros por debajo del suelo actual". La restauración incluye la iluminación, señalización y creación de una zona ajardinada en la parte delantera del monumento.
Esta primera actuación en el circo romano, promovida desde hace años por el alcalde de Tarragona, Josep Maria Recasens, no recogerá, sin embargo, la demolición de un edificio, compuesto de un cine y un garaje y otro de dos bloques de viviendas que cubren la visión del monumento por dos de sus lados. Esta era la aspiración que perseguía el consistorio para que el circo pudiera observarse desde lejos.
Por otra parte, los trabajos en el anfiteatro romano, de menor envergadura, consistirán en ubicar la infraestructura necesaria del drenaje del agua para evitar inundaciones, además de arrojar más arena sobre su pavimento actual para que se obtenga el nivel que tenía en la antigüedad.
La recuperación de la cabecera del circo y del anfiteatro, en donde ya se han desembolsado unos 112 millones, la están impulsando conjuntamente el Ayuntamiento, la Generalitat y la Diputación de Tarragona, cuyos responsables firmaron un convenio en agosto de 1987 para coordinar sus intervenciones. El plan está adscrito en un ambicioso proyecto diseñado por un gabinete de arquitectos italianos de Turín recogido en nueve fases.
Carbonell no quiso pronunciarse sobre cuándo podría estar concluido todo el proyecto, porque "se irá haciendo por fases y es imposible precisarlo, aunque sabemos que las obras que vamos a ejecutar en muy poco tiempo son las de mayor importancia desde el punto de vista monumental".
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