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José Jiménez Lozano, premio Castilla y León de las Letras

El escritor y periodista basa su obra en la región donde nació

El escritor y periodista José Jiménez Lozano ha obtenido el Premio Castilla y León de las Letras, dotado con dos millones de pesetas e instaurado por el Gobierno autónomo. Poco amigo de distinciones y publicidad, el autor de la Guía espiritual de Castilla recibió el galardón en su domicilio de Alcazarén, a 40 kilómetros de Valladolid, "como reciben estas cosas los que piensan como yo". Sin embargo, le parece "simbólico y bonito" que el premio lleve el nombre de Castilla y León, región en la que nació y en la que se desarrolla la mayor parte de sus obras.

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El jurado, integrado por Julián Marías, Emilio Alarcos, Amando Represa, José Luis Yuste, José Luis Martín Descalzo y Ángel Barrios, ha valorado su "personalísima actualización de la tradición cultural castellano-leonesa, su investigación de la historia de la espiritualidad y la creación literaria de novelas que unen la herencia española con las más actuales corrientes europeas".La noticia de que había recibido la mayor distinción que con cede su región natal no alteró la metódica y silenciosa vida de José Jiménez Lozano, nacido en Langa (Ávila) hace 59 años pero afincado en Alcazarén (Valladolid), donde se dedica a leer y escribir en un retiro familiar casi absoluto el tiempo que le deja libre su tarea de subdirector de El Norte de Castilla. Cuando le llamaron para comunicarle la decisión había ido a Medina del Campo a recoger a uno de sus hijos que cumple el servicio militar. Y por la tarde viajó a Valladolid para repartir sus horas de trabajo entre la librería Lara y el periódico. "Ya sabes que estas cosas me gustan poco y que lo que llaman triunfo lo entiendo de otra manera, pero me parece bonito y simbólico recibir un premio que lleva el nombre de Castilla y León".

La afirmación no es casual. Jiménez Lozano es una de las personas que más y mejor conocen su región. También maneja como pocos el lenguaje del pueblo llano, que ha trasladado "sin literaturalizarlo" a novelas como Duelo en la casa grande o a los cuentos incluidos en El santo de mayo. Para él está claro que "si uno le arrebata la lengua a quienes no tienen otra cosa, le han arrebatado todo; es como si les hubiera asesinado espiritualmente".

Jiménez Lozano reconoce que no es fácil compaginar el periodismo diario con la creación literaria, aunque asegura que "el periodismo es una plataforma privilegiada para muchas cosas y da un gran sentido de la responsabilidad pública". Lector y pensador infatigable, su amor a la lectura retrasó, sus comienzos como escritor. "Empecé tarde a escribir por miedo, porque había leído mucho y comparaba". Aquella etapa quedó atrás, y hoy, Jiménez Lozano se halla en una fase de creación fecunda. En pocos meses ha publicado El grano de maíz rojo y El ojo del icono, soberbia reflexión sobre el arte en la historia de la Iglesia, y dentro de pocos meses saldrá Sara de Ur, que él define como "un libro basado en la Sara bíblica".

A Jiménez Lozano no le preocupa ser, pese a la amplitud de su obra, un escritor poco conocido. Prefiere el anonimato y el silencio y afirma que no le gusta ir a la moda "sino más bien al contrarío; ya sé que hay que pagar un precio pero lo pago muy gustoso".

En las discusiones sobre el Premio Castilla y León tuvo como principales rivales a los novelistas Julio Llamazares, Jesús Ferrero y Jesús Torbado y al poeta Victoriano Cremer. En anteriores ediciones, este premio recayó en Miguel Delibes, Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez y Julián Marías.

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