El triángulo del surrealismo
La polémica desatada por el testamento de Salvador Dalí ha repercutido también en la zona que tanto marcó su vida y obra, la zona formada por las poblaciones de Cadaqués, Figueres y Púbol. Aquí, en el triángulo del surrealismo, el legado de Dalí y la futura administración de su herencia han afectado de distinta forma a quienes estuvieron cerca de él. Su decisión de entregar íntegramente su patrimonio al Estado español ha acrecentado las iras de algunos, la crítica velada de otros y el convencimiento general de que el gran Dalí fue un españolista convencido y un hombre imprevisible."Yo asistí al rodaje de aquella película en la que un niño sale de la tripa de una vaca, y a otros muchos de los montajes surrealistas de Dalí", afirma Ubaldo Pell, de 31 años, vecino de la mansión de Dalí en Port Lligat y un convencido de que "su espíritu jamás se desvanecerá en esta zona".
Ubaldo Pell es el concejal de Turismo de Cadaqués, por lo que sus opiniones son generales y tratan de representar el sentir de la corporación municipal que representa. "Creo que el Estado no debería olvidar lo que esta población significó para Dalí y que gran parte de la historia del surrealismo se fraguó aquí", explica mientras señala las altas paredes blancas de la casa del pintor.
"Estoy seguro de que el Estado central no nos traerá obras de Dalí, pero no es necesario, los museos-casa de los grandes pintores sólo deben conservar el espíritu que se vivía en vida del artista, yo aún recuerdo cuando venía Amanda Lear, o cuando Dalí paseaba con sus túnicas por las orillas de estas playas y creo que lo mejor es no cambiar nada".
De momento, quien se ocupa de que no se cambie nada es la Guardia Civil que, por orden de Pere Navarro, gobernador civil de Gerona, y al igual que sucede en Púbol, impide que nadie sin autorización penetre en las casas del pintor.
El concejal de Cadaqués critica a los habitantes de su pueblo que opinan que el pintor nunca hizo nada por mejorar la vida de la localidad. "Era un egoísta y un malparit", así lo califica un jubilado que toma el sol junto a l'Amistat, el casino del pueblo. "No comparto esa opinión de Dalí", comenta el concejal, "Dalí no tenía que repartir nada, vivió a su modo y todos debemos estarle agradecidos a pesar de que a veces es verdad que se metía donde no debía". "El testamento nos ha sorprendido y por eso insistiremos para que nos cedan la parte del legado que pertenece a Cadaqués, a Port Lligat, aunque su espíritu siempre será nuestro. Esta zona jamás podrá olvidar su presencia y el mundo siempre sabrá que las rocas que se repiten en muchos de sus cuadros son las rocas de esta pequeña bahía de Port Lligat".
"Figueres está al margen de la polémica", así de escueto fue Francesc Vergés, secretario de la Fundación Gala-Salvador Dalí y supervisor del Museo-Teatro Dalí. "El futuro de la fundación está garantizado, los herederos somos todos los españoles, eso no hay que olvidarlo, y Dalí está enterrado aquí, con lo que uno de sus últimos deseos se ha cumplido".
Vergés, que reconoce que el museo no ha estado abierto al público de forma gratuita desde el entierro de Dalí, asegura que el precio de la entrada no ha sido aumentado, que sigue fijado en 300 pesetas, pero que está previsto: "subirlo cuando se haga la ampliación, y añadamos al museo actual unas cuantas salas de la Torre Galatea".
En Figueres están muy contentes con Mariá Lorca, el alcalde de la población. Él, a solas, en una habitación de la Clínica Quirón de Barcelona fue quien, el año pasado, recibió el deseo del pintor de ser enterrado bajo la enorme cúpula de cristal del museo de Figueres, lejos de Púbol. "Quizá el incendio registrado en el castillo, que le causó tan graves heridas, le atemorizó. Lo cierto es que su deseo de ser enterrado junto a Gala cambió y ahora está aquí".
Para este año Vergés espera que el museo de Figueres supere la cifra de 420.000 visitantes registrada en 1988. "La presencia de Dalí atraerá a más visitantes", reconoció Vergés.
La peregrinación hasta Figueres difícilmente pasará por La Pera, donde se halla ubicado el castillo de Púbol. Su alcalde, Benjamí Artigas, sigue creyendo que "el testamento que se ha hecho público no es el verdadero" y que "Dalí jamás quiso ser enterrado fuera de Púbol". Artigas no tuvo nunca una buena relación con Dalí.
Babelia
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