Reagan exige el desmantelamiento de la fábrica libia
Ronald Reagan ha optado por no atacar militarmente la fábrica libia de productos químicos, convencido de que provocaría un clamor internacional contra Estados Unidos, dijeron ayer fuentes de la Casa Blanca citadas por The Washinton Post. Sin embargo, Estados Unidos, después del derribo el miércoles sobre el Mediterráneo, en el espacio aéreo internacional, de dos cazas libios, exige que Muammar el Gaddafi desmantele la factoría, y no reducirá la presión diplomática y psicológica hasta que la fábrica sea inutilizada.
Estados Unidos trata de asustar a Muammar el Gaddafi con la amenaza de un golpe de fuerza y conseguir, mediante medidas diplomáticas, que la fábrica, situada 70 kilómetros al sur de Trípoli -defendida por misiles antiaéreos soviéticos- no sea nunca operativa. Reagan se opone ahora, al parecer, a un bombardeo de la factoría con misiles de crucero lanzados desde submarinos por la oposición de los aliados, especialmente de la primera ministra británica, Margaret Thatcher.Incluso si los europeos aceptan que es una fábrica peligrosa, no asentirán a una acción unilateral de fuerza por parte de EE UU para destruirla. Pero en Washington no se descarta oficialmente la opción militar como última instancia. El Congreso, incluida la oposición demócrata apoyó ayer el derribo de los aviones libios.
Estados Unidos envió ayer, a través de Bélgica y de los Emiratos Arabes Unidos, dos mensajes diplomáticos al coronel Gaddafi explicándole que actuó "en defensa propia" al derribar a los dos Mig y asegurando que sus maniobras navales en el Mediterráneo "no constituyen un amenaza" contra Libia. Bélgica representa a EE UU en Trípoli y los Emiratos hacen lo mismo con Libia en Washington.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reunió ayer en Nueva 'York a petición de Libia, que denunció que el ataque de Estados Unidos fue "premeditado" y contra aviones no armados. Libia pidió al consejo que condena a Estados Unidos y que "tome medidas" para evitar en el futuro la repetición de incidentes similares. Antes de la reunión, el embajador soviético ante la ONU, Aleksandr Belogonov, declaró que la acción norteamericana "puede provocar graves consecuencias", y que su país .no está satisfecho con las explicaciones ofrecidas por EE UU".
El presidente Reagan, que hablaba públicamente del incidente por primera vez, afirmó ayer que los aviones libios eran, "muy evidentemente, una amenaza hostil y nuestros pilotos hicieron lo que debían, actuaron completamente en defensa propia". Cuando le preguntaron por las acusaciones de Gaddafi de que fué un ataque premeditado contra aviones no armados, Reagan respondió: "Hace tiempo que no me creo lo que dice".
Washington, que tiene el vídeo del combate aéreo filmado por cámaras en las alas de los Tomcat, en blanco y negro y de muy mala calidad, asegura que los Mig 23 iban armados, y presentó ayer nuevas pruebas de su intención hostil, que "obligó a defenderse" a los F- 14 norteamericanos. El combate, de sólo siete minutos de duración, fue muy desigual por la superior tecnología de los misiles y de los aviones estadounidenses, que cegaron el radar de los Mig soviéticos que activa sus cohetes Apex.
Los pilotos de un F-14 llegaron ayer a Washington, pero los periodistas no tuvieron acceso a ellos por "motivos de seguridad, para evitar eventuales represalias terroristas". Sigue sin estar claro si los radar de combate de los Mig 23 estaban iluminanado a los Tomcat.
Disparar antes de comprobar
Los pilotos de Estados Unidos no vieron misiles colgando bajo las alas de los aparatos libios. "Pero asumimos que los llevaban", dijo el portavoz del Pentágono. Esperar a la comprobación visual supone "la muerte" y que el enemigo dispare primero, añadió Don Howard.
El objetivo es que Gaddafi, "se sienta incómodo por tener esa patata caliente en sus manos", afirmó el secretario de Estado, George Shultz, antes de volar a París, donde participará en una conferencia internacional para discutir medidas contra la proliferación de armas químicas. Se espera que Shultz, que utilizará la conferencia para presionar a los aliados europeos a que impidan a sus empresas privadas que ayuden técnicamente a Libia, presente pruebas sobre las actividades de la fábrica libia.
La delegación norteamericana buscará obtener en París un compromiso de los más de 100 países asistentes a la conferencia de a aplicar el artículo 7 de la Carta de la ONU, que establece que EE UU o cualquiera otra nación puede adoptar medidas militares, si estima que es esencial para su autodefensa, contra cualquier país que use armas químicas. También pedirá que se refuercen los poderes de investigación del secretario general de la ONU en casos de utilización de armas químicas. Javier Pérez de Cuéllar lamentó ayer el incidente del derribo de los Mig libios.
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