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Tribuna:LA ÚLTIMA EXILIADA
Tribuna
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Filosofía y poesía

Existe un pequeño libro de María Zambrano publicado hace ya muchos años que resulta revelador para comprender el sentido último de la obra de esta escritora singular. Se trata de Filosofía y poesía, poco más de cien páginas, que fue publicado en 1939 por la universidad mexicana de Morelia, con ocasión de su cuarto centenario. De hecho, María Zambrano ofreció este texto con ocasión de esta efeméride, por lo que que no se puso jamás a la venta ni se distribuyó en librerías. "Edición no comercial y corta", decía la escritora mucho después, "fueron ofrecidos sus ejemplares por la Universidad a las personas que la visitaron con ocasión de su centenario".Este libró conoció posteriormente una nueva publicación en la primera entrega de obras de María Zambrano que la editorial Aguilar publicó en 1971, iniciando un proyecto de obras reunidas, que no tendría continuación. La escritora vivía entonces en el exilio. Su vuelta resultó simbólica pues clausuraba -si es que es posible clausura alguna en este tema- la recuperación por parte de España de toda la cultura, el arte y el pensamiento que fueron expulsados lejos de sus fronteras a raíz de la guerra civil.

Más información
Un regreso aplazado
Bibliografía

Agotada esta reedición citada, e inencontrable también la primera dadas sus características, este texto clave de María Zambrano no se ha vuelto a editar, a pesar de que desde su regreso a España se han multiplicado sus publicaciones; publicaciones que incluyen libros antiguos, cuyas ediciones tuvieron lugar en lugares muy dispersos, México, Buenos Aires, Puerto Rico, Cuba y España también, y algunas obras nuevas. Este año, por ejemplo, se ha recuperado uno de sus primeros libros Persona y democracia (editorial Anthropos) y un libro nuevo La confesión: género literario (Mondado ri),esto es, un estudio de filosofía política y otro literario; las dos grandes vertientes por las que ha circulado la obra de la escritora.

En Filosofia y poesía parte de que el pensamiento filosófico y la obra poética han circulado siempre por separado, y que esa separación constituye el desgarramiento más importante en el terreno de la cultura universal. El conocimiento filosófico aspira a la verdad y se formula de manera abstracta, para alcanzar una validez universal; por su parte, la poesía se ancla en lo particular y hasta en lo personal, y aspira a la belleza por encima de todo, lo cual es en cierto modo inmoral. Desde Platón, donde María Zambrano rastrea las raíces de esta desgarradora separación, su pensamiento se va encadenando para desembocar en la poesía, pues ese es precisamente su gran hallazgo: el de que tanto la poesía como la filosofía son dos modos de conocer que además se complementan.

Belleza de los textos

Sí, María Zambrano es una pensadora, desde luego, una filósofa, una metafísica; pero también una escritora, una poeta, dada la hermosura de sus textos, que al final le acercan a la escritura de nuestros grandes místicos del pasado. Con algunas raras excepciones (entre las que se cuentan Platón o Nietzsche) la filosofía universal no ha tratado del misterio de su propia expresión, a diferencia de muchos poetas que se quisieron siempre pensadores, o de los místicos que unían ambas cosas sin saberlo. Fue sin duda el magisterio de Ortega y Gasset, de quien María Zambrano fue discípula directa, y que fue al mismo tiempo un gran escritor y un eminente pensador, lo que sin duda inspiraría a esta escritora este camino singular, que traspasa toda su obra.

Por las circunstancias en las que le tocó vivir, sus principios fueron sobre todo de filosofía política -en Horizonte del liberalismo Los intelectuales en el drama de España-, pero su profesión fundamental era la de filósofa y profesora, y su vocación esencial de poeta. Y al mismo tiempo, y también desde sus primeros libros, su permanente contacto con la literatura se iba desgranando a través de sus reflexiones, desde Homero a Marcel Proust, desde San Juan de la Cruz hasta Galdós. La presencia de la literatura es casi permanente en su obra, hasta el punto de que sus meditaciones sobre la escritura se confunden con sus análisis vitales y al revés. ¿Cómo entender de otro modo esos magistrales Claros del bosque, De la aurora, El sueño creador o sus fragmentos sobre el amor o autobiográficos?.

La escritura de María Zambrano es poética y transparente y bucea en medio de la oscuridad, aunque encadenando iluminaciones y deslumbramientos Sus libros pueden leerse como si fueran metafísicos y místicos, pero al final desembocan siempre en lo poético, en una poesía que aparece también pura aunque sin quererlo. Esa breve pieza dialogada que es La tumba de Antígona (hay reedición en la revista Litoral, número 121) puede ser leída como un análisis literario o como una reflexión política, desde la recreación de la tragedia griega antigua hasta el drama del exilio español; pero en realidad es una posible pieza teatral o acaso nada más ni menos que un poema. Su pensamiento deslumbra, su prosa hechiza, y es difícil hablar de esta obra sin pasar de la paráfrasis. Se trata en resumen del misterio del arte, y con eso parece estar dicho todo, porque nos queda todo por decir.

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