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La realidad, arma de los artistas contra el franquismo

Conclusiones del congreso sobre el antifranquismo celebrado en la UNED

El dinamismo, el acercamiento a una realidad objetiva -en contraposición a la ocultación de la verdad del régimen franquista- y la utilización de técnicas y materiales populares caracterizaron las manifestaciones artísticas del la oposición a la dictadura de Franco. Éstas son algunas de las conclusiones de los investigadores que la semana pasada analizaron en Madrid los diferentes aspectos del antifranquismo.

"Juan Goytisolo afirmaba en los años cincuenta que para los españoles, que vivían en un mundo ilusorio, la realidad era la única evasión", comenta Geneviève Champeau, profesora de literatura española en la universidad de Burdeos. Para esta hispanista, la novela en ese decenio utilizó un lenguaje realista para compensar la falta de información política y social.Según Champeau, Juan Goytisolo, Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos o García Hortelano exigieron y valoraron lo concreto, una realidad accesible ante un sistema político que justificaba la ocultación de la realidad. Frente a las desinformaciones de la Prensa franquista, que mezcla información y opinión y recurre a la afectividad para conmover, los novelistas opositores de los cincuenta desarrollan un relato objetivo en el que el sujeto desaparece, dice Champeau.

Autores como Sánchez Ferlosio o Ignacio Aldecoa rompieron los moldes clásicos de la época y crearon otros extraliterarios como la escritura científica: En El Gran Sol, de Aldecoa, el modelo de redacción es el cuaderno de bitácora de unos pescadores de alta mar.

La multiplicidad de enfoques fue otro de los recursos ante el monolitismo oficial. Camilo José Cela, en La colmena, cuenta un mismo hecho desde muchos puntos de vista, casi todos ellos expresados por personajes desfavorecidos por la situación social.

"Los artistas plásticos de la oposición entre los años cuarenta y sesenta -y lo fueron todos los relevantes excepto Dalí- rompieron con la línea teórica del academicismo y profundizaron en el fondo de las situaciones franquistas. Así lograron soluciones plásticas en sí mismas", opina Jordi Planes, secretario del Centro de Estudios Históricos Internacionales de la universidad de Barcelona. Para este investigador, en los primeros cincuenta aparecen los grandes nombres actuales: Tapies, Saura, Guinovar, Chillida, Oteliza, Alfaro o Subirats.

Jordil Planes destaca la utilización por este grupo de artistas de un estilo absolutamente descarnado en el que ellos pretendían reflejar la realidad social.

Usaron materiales triviales y técnicas artesanales, como la soldadura autógena, para acercarse a unas cIases populares que muchas veces no les entendieron.

Pueblo y poder

Según Maryse Bertrand, catedrática de literatura española en la universidad de Montreal, el principal teatro antifranquista corrió a cargo de Alfonso Sastre. Para ella, la primera obra del drarnaturgo con contenido fue La escuadra hacia la muerte, que sólo pudo representarse una o dos veces hasta que la censura de Franco intervino. Según esta catedrática, en obras como La cornada, Tierra roja o en La red Sastre siempre planteó la dicotomía pueblo contra poder. En el teatro del exilio, Maryse Bertrand destaca a Arrabal con obras muy violentas, impregnadas de un realismo brutal, como L'Aurore rouge. "Arrabal se sirvió también de la multiplicidad de escenarios para mostrar la realidad social", dice Bertrand.José Manuel Estrada Lorenzo, estudiante de doctorado de Historia del Arte, afirma que, paradójicamente, fue en la década de los cincuenta cuando el listón de la libertad en el cine español estuvo más alto. Y esto debido a que la primera generación de la Escuela de Cine (Bardem y Berlanga) "cogieron desprevenidos al principio a los censores".

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