Las balas de plástico israelíes también matan
La 'intifada' parece desbordar a Yasir Arafat
Los disturbios y las manifestaciones antiisraelíes se han reanudado con violencia en los territorios ocupados, al tiempo que se ha acentuado la represión de las fuerzas de seguridad. Seis palestinos muertos y 36 heridos -29 de ellos durante la jornada de ayer en Gaza- han podido ser contabilizados en los últimos días. El ministro de Defensa, Isaac Rabin, se ha congratulado por la "mayor eficacia" que tienen las balas de plástico.
Las balas de plástico han sustituido gradualmente a las de goma en el Ejército israelí, para hacer frente a la intifada, la revuelta palestina. "El aumento de heridos entre los que tiran piedras no refleja para nada una escalada nuestra, sino una mejor aptitud de nuestros soldados para cumplir su misión de modo más eficaz que antes", manifestó Rabin a principios de esta semana.Por su parte, el general Amram Mitzna ha declarado: "Gracias a la introducción de balas de plástico se puede alcanzar mejor a quienes arrojan piedras sin golpear a inocentes transeúntes. Por tanto, la fuerza de disuasión del Tsahal (el Ejército israelí) ha aumentado". Además, según este jefe militar, "el empleo de este tipo de proyectiles ha contribuido a mejorar el ánimo de los soldados. Ahora se sienten menos frustrados, menos humillados, menos impotentes".
Hay noticias de que varios oficiales israelíes han sido juzgados porque el empleo de balas de plástico ha producido la muerte de palestinos. El reglamento militar israelí ordena disparar únicamente a las piernas, con la finalidad de causar heridas no mortales. Pero aparentemente, esta clase de proyectil tan elogiado también mata.
Los líderes de la intifada acaban de difundir un nuevo comunicado -el número 26 desde el comienzo de los disturbios, en diciembre del año pasado-, en el que por vez primera no se hace un llamamiento a la lucha, sino que se formulan una serie de reivindicaciones políticas. El comunicado insta a la ONU y al Consejo de Seguridad para que obliguen a Israel a retirarse de los territorios ocupados desde 1967 -incluido el sector árabe de Jerusalén- y colocarlos bajo la garantía de las Naciones Unidas durante unos meses a fin de preparar el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.
El comunicado subraya esencialmente que Israel debe ser obligado a organizar elecciones municipales libres en Cisjordania y Gaza con la supervisión de la ONU, a poner en libertad a todos los presos políticos y a aceptar el regreso de los expulsados.
Igualmente este último manifiesto palestino hace votos para la celebración de una conferencia internacional sobre Oriente Próximo bajo los auspicios de las Naciones Unidas, que disponga de todas las prerrogativas necesarias para obligar a que Israel abandone los territorios ocupados.
Como es habitual, no ha habido reacción oficial israelí a este comunicado, cuya difusión, por otra parte, ha sido censurada por el Ejército, al igual que sucedió con los anteriores. Sin embargo, oficiosamente se ha subrayado en Jerusalén que el manifiesto revela un endurecimiento de los comités populares que dirigen la intifada.
En efecto, justo cuando el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, y sus colaboradores tratan de mostrarse en el papel de hombres de Estado, de presentar en el mundo una imagen más diplomática de la OLP, ahora que multiplican las ofertas de paz a Israel y se esfuerzan por utilizar un lenguaje más moderado que antes, las revindicaciories políticas de los cabecillas de la revuelta presentan otro cariz. Exigen sin más la retirada israelí de los territorios ocupados y no hacen una sola referencia a la paz ni a un eventual reconocimiento mutuo de los derechos nacionales de los dos pueblos, y menos aún a una negociación con Israel. Todo lo que piden los palestinos ocupados es que los invasores ahuequen el ala.
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