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La saga de los Allende

El levantamiento, el 1 de septiembre último, de la prohibicíón de regresar a Chile que pesaba sobre los últimos 430 exiliados, ha provocado muchos reencuentros. Ninguno, sin embargo, como el de la familla Allende, quizá el símbolo más claro de la tragedia humana que significó el golpe de hace 15 años para gran parte de la sociedad chilena.La viuda del último presidente constitucional Hortensia Bussi, volverá a Santiago el próximo sábado 17, según anunció ayer un dirigente socialista. Su hija Isabel se encuentra ya en Chile desde el mismo 1 de septiembre. El abrazo de ambas en tierra chilena cerrará una larga y dura etapa para una de las familías más castigadas por la crisis. Salvador Allende murió el mismo día del golpe militar, hace hoy 15 años, sin que los generales gobernantes permitieran poner siquiera su nombre sobre su lápida en el cementerio de Viña del Mar. Su hija mayor, Beatriz, se suicidó en 1977 en Cuba, abatida por el destierro y la soledad. La hermana mayor de Allende, Laura, diputada y socialista como él, se suicidó también en Cuba cuatro años después, enferma de cáncer, sin haber conseguido del régimen la autorización para regresar a morir en su patria. La familia ha vivido bajo el impacto de un apellido maldito en su país.

Pero Isabel declaró ayer: "Jamás he dicho que odio al general Pinochet. El odio no conduce a ninguna parte. Es tan importante para nosotros recuperar la democracia como reconciliar una sociedad, inventar un pueblo nuevo, un país nuevo".

Este sentimiento es compartido por la mayoría de los exiliados prominentes que han regresado en estos días. Muchos han sufrido la muerte de su madre, hermanos o amigos en Chile, sin poder siquiera asistir a sus exequias. Otros, al regresar, han debido mirar varias veces a sus amigos y parientes antes de reconocerlos. Todos, sin embargo, han expresado el deseo de tener la oportunidad de reconstruir su vida con normalidad, en su patria y sin odios. El plebiscito del 5 de octubre tiene la respuesta.

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