La obra de Gaudí
En los primeros días de julio se ha hecho realidad mi deseo de visitar Cataluña; más concretamente, Barcelona. Una de mis grandes ilusiones era conocer el templo de la Sagrada Familia, en construcción. A medida que me acercaba por la puerta del Nacimiento, me impresionaba gratamente al contemplar la belleza y majestuosidad del mismo, donde, entre la magnificencia de los muros y torres, se descubrían abundantes manifestaciones escénicas de la infancia de Jesucristo, que muy bien había plasmado el autor de la obra.Al llegar a la portada de la Crucifixión -en construcción- actual acceso al interior, me llevé una gran decepción al ver la escena de Jesús en la Cruz. Tras haber visto lo anterior, me parecía imposible que hubiesen colocado allí tales imágenes. Valoro y respeto el arte moderno, pero esto no lo considero arte. Pediría al escultor que explique el porqué de lo que está haciendo.
Con este mal sabor de boca pasé al museo allí instalado para observar más detenidamente el proyecto, exposición de bocetos y diseños de Gaudí. Al conocer la realidad del porqué de este templo, no puedo más, que, primero, felicitar en él al pueblo de Barcelona por esa manifestación gigantesca de fe, donde toda la teología se hace patente. Y segundo, pedirle a este mismo pueblo, como amante de la buena arquitectura, que no defraude la obra de tan gran artista tergiversando lo más significativo que él había pensado: que ayudase a rezar. Y con escenas donde se cambia la parte más piadosa -rostro y manos- y se destaca lo que nadie duda, la virilidad de Jesucristo, es falsear el querer de Gaudí y de todos los creyentes.-
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