Historia de una edición
Treinta y tres años después de su primera edición, en 1955, es ahora precisamente cuando por vez primera las Obras completas de Stendhal se imprimen en España, el país donde fueron traducidas y donde estaba -y está- la sede central de la casa editora que las publicó. Consuelo Berges, por encargo de Manuel Aguilar, el mítico fundador y propietario entonces de la editorial que lleva su nombre todavía, tradujo a marchas forzadas los más de 20 libros que componen esta obra excepcional, más de 10.000 páginas en edición corriente, a las que añadió casi otras mil propias entre un extenso prólogo biográfico y las introducciones a cada una de las obras.Por aquel entonces, Stendhal estaba incluido en el Index de libros prohibidos de la Iglesia católica bajo la expresión "todas sus obras de amor". El Gobierno de Franco, celoso en la preservación de la salud moral de sus súbditos, no concedió el placet para esta edición de Obras completas, pese a ir destinada en edición de lujo y minoritaria a un público selecto, acomodado y de orden. Por tanto, Aguilar decidió que la obra se editara e imprimiese en México, donde su empresa tenía una filial. Allí apareció, en tres gruesos volúmenes encuadernados en piel y en papel biblia, en una edición que posteriormente sería republicada ya en cuatro volúmenes en 1964. No fue el único caso en que Aguilar tuvo que acudir a esta maniobra: igual destino tuvieron obras de D'Annunzio, Miguel Ángel Asturias y otros.La actual edición, impresa ya en España en su totalidad, reproduce con toda exactitud la segunda mexicana de 1964 en cuatro volúmenes, y ha sido posible merced a que la editorial conservaba fotostáticamente el texto y la composición de aquélla, lo que ha impedido toda variación, dado el gran coste que hubiera supuesto. Consuelo Berges, que cobró entre 1945 y 1951 siete pesetas por folio por su traducción primera, introdujo en algunas ediciones de bolsillo de algunos de los títulos de esta serie correcciones que no ha podido incorporar a esta nueva edición. De todas formas, el hecho de que se trate de una edición completa -o casi, ya que desde 1955 se han descubierto otros manuscritos stendhalianos y una buena parte de su Diario- y el rigor y hermosura de esta traducción compensan con creces esas imperfecciones.
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