Entre la cultura y el tópico
Una coproducción franco-austriaca de corte biográfico -la vida de Schubert en Viena al salir del hospital al que le había conducido la enfermedad contraída durante sus correrías prostibularias- y una reconstrucción de la vida cotidiana en el Liverpool de 1944, dirigida por Jim O´Brien, han sido los dos filmes que han mantenido el aceptable tono medio de la sección competitiva del festival de Barcelona.
Se trata de dos trabajos a medio camino entre la cultura y el tópico, que corresponden a cierta previsibilidad, como esa que condena a los austríacos a hablar de músicos mientras los ingleses aplican su minuciosidad a levantar acta de la realidad social que se ha vivido en su país.Love has lied (El amor miente) es esa cinta franco-austríaca en la que se quiere compaginar la noción de producto cultural europeo con un romanticismo desaforado, que se explota a través de movimientos de cámara enloquecidos -una grúa que se eleva más allá de la copa de los árboles, unos fuegos artificiales que estallan en medio del bosque, la iluminación nocturna de Viena en ciertas secuencias- La vertiente culta descansa en la figura del compositor, en la visión que se da del genio creador y en el empleo mismo que se hace de la música.
El director Firtz Lehner, es también el guionista y el autor de la novela en que se basa el mismo. Su apuesta es muy arriesgada, puesto que teje toda la película a partir de una gran austeridad argumental, procurando darle un tempo que se corresponde a la angustia de Schubert al sentirse marginado por la enfermedad.
De la televisión al cine
La británica The Dressmaker (La modista) es el primer largometraje cinematográfico de Jim O´Brien, un experimentado realizador de ficciones televisivas que ha firmado, entre otras, Las joyas de la corona. Su trabajo es muy sólido, correcto y profesional, apoyado en tres formidables actrices -Joan Plowrigth como una muy conservadora solterona, especialmente rígida en cuestiones de moral; Billie Whitelaw como una viuda simpática y algo casquivana a la que la fortuna condena a vivir sometida a la anterior; y Jane Horrocks, una adolescente reprimida que se diría Rita Tusingham rediviva- y entronca con una larga tradición realista del cine británico.La postguerra o la retaguardia durante el conflicto bélico son decorados muy queridos de los nuevos directores británicos, que prefieren las miserias morales de sus progenitores y las represiones entre las que crecieron a los heróicos campos de batalla. El mercado negro, la rutina laboral, el cine como evasión, la música y el baile como única vía de relación entre la gente joven, son algunos de los elementos que configuran esta comedia negra que arranca magníficamente para luego estancarse y repetir sus ideas una y otra vez, siempre con exactitud y corrección, pero ya sin la capacidad de sorpresa de su excelente y brillante primera media hora.
El cine italiano es el gran desaparecido de los festivales internacionales. El festival de Barcelona es, en este sentido, un excepción: cuatro directores italianos figuran entre los que compiten por el premio Europa: los debutantes Stefano Roncoroni -Giallo alla Regola-, Fiorella Infascelli -La Maschera-y Massimo Manuelli -Una notte, un sogno-, así como la también muy novel aún Francesca Comencini cuya Lumiere du lac ha sido producida en Francia, país en el que vive desde hace varios años.
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