La 'cohabitación' fracasada
"No veo una solución política viable para Haití sin el Ejército y menos aún en contra de él", declaraba a EL PAÍS Leslie Manigat en vísperas de las elecciones del pasado mes de enero. Parecía querer justificar así su concurrencia a unos comicios organizados por el régimen cívico militar que presidía el teniente general Henri Namphy y boicoteados por las principales fuerzas políticas y sociales, incluidas las iglesias católica y protestante.Poco antes, el 29 de noviembre, el intento de celebrar las primeras elecciones auténticamente libres en Haití fue anegado en sangre por bandas paramilitares y de tontons macoutes (milicias de la dictadura duvalierista), con la inhibición de las Fuerzas Armadas.
La idea de la cohabitación del poder civil con los cuarteles fue reiterada por Manigat tras su elección en enero pasado por un cuerpo electoral muy exiguo: la concurrencia a las urnas fue, según la versión oficial, en torno al 30% del censo, mientras los observadores extranjeros no la cifraban en más del 10%. Y en medio de irreguralidades y fraude.
Eso no fue óbice para que Manigat se convirtiese en el primer presidente elegido en las urnas en 30 años. Como tampoco lo fue el hecho de que su partido, la Agrupación de Demócratas Nacionales Progresistas (centrista), fuese una organización débil -problema generalizado entre todas las fuerzas políticas tras 30 años de dictadura- que sólo contase en el Parlamento con cuatro diputados de un total de 77 y un solo senador, su esposa Mirlande, sobre 27.
Por otro lado, el recelo de los países del continente americano levantado por las dudas sobre la democraticidad del proceso iniciado en Haití bajo tutela militar llevó al mantenimiento de la suspensión de la ayuda internacional, especialmente la norteamericana (70 millones de dólares), vital para el país más pobre del hemisferio occidental.
Democratizar el Ejército
Manigat, profesor de Ciencia Políticas que está a punto de cumplir los 58 años, era considerado por la oposición como el prisionero de los militares, después de haber sido su candidato De entrada, el ahora derrocado presidente había tenido que tragarse el previo autonombramiento de Namphy como jefe de la Fuerzas Armadas por un período de tres años. A Manigat no le preocupaba eso demasiado. "Lo importante es democratizar e Ejército para ponerlo realmente al servicio del desarrollo de la nación", decía entonces.Pero Namphy quiso demostrar la pasada semana quién mandaba y empezó una serie de cambios en los mandos militare y policiales sin contar con el presidente. Entre los relevados estaba el coronel Jean Claude Paul jefe de la guarnición Dessalines la más importante del país, y que está señalado en Estados Unido como implicado en el tráfico de droga que ha convertido a la isla caribeña en una nueva ruta hacia EE UU. Paul se negó a ser relevado y Manigat se apoyó en é para destituir a Namphy el viernes pasado y reorganizar el Ejército. Era demasiado tarde.
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