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El VI Festival de Teatro de Granada congregó a cerca de 15.000 espectadores

El pasado domingo, con el estreno mundial de Le printemps, de la compañía francesa Studio DM concluyó la sexta edición del Festival de Granada (19 al 29 de mayo), en el que han participado 11 compañías de Francia, Bélgica, EE UU, Canadá, Reino Unido y España. Este festival, con un presupuesto de 45 millones de pesetas, ha ofrecido 23 funciones de 14 espectáculos, a los que han asistido cerca de 15.000 espectadores. En definitiva, es un festival que consolida su trayectoria y renueva su coherencia y su proyección internacional.

En líneas generales, puede hablarse de una notable calidad media de los espectáculos programados en esta sexta edición. Sin embargo, hubo un patito feo, a compañía estadounidense Soon 3, con su impresentable fiasco Magi, que, pese a las excelencias que se cantaban de él en los informes previos, es un subproducto, teatro infantil del peor gusto, un bodrio ingenuo, bobo y pedante.Destaquemos de la programación, por encima de todo, la excelente impresión que causó la compañía de danza Studio DM, de Catherine Diverrès y Bernardo Montet. Su espectáculo Instance, creado en Tokio en 1983 y presentado en el pasado Festival de Aviñón, es de lo mejor que ha ofrecido este Festival de Granada. Instance es el fruto inmediato de la formación de los dos bailarines con el mítico maestro del butoh Kazuo Ohno. Diverrès y Montet no sólo han sabido evitar los peligros del mimetismo empobrecedor, sino que han sabido integrar los fundamentos gestuales, sugestivos, expresivos y profundamente emotivos del butoh en su propia tradición occidental, logrando un sorprendente enriquecimiento del movimiento.

Esta misma compañía cerró el festival con el estreno mundial de su última creación, Le printemps, un espectáculo que se aleja notablemente de Instance, por su mayor complejidad coreográfica, por su ambición estética, y porque esa positiva influencia del butoh resulta casi imperceptible.

Delirio barroco

También de brillante podemos calificar la puesta en escena que la prestigiosa compañía canadiense Carbone 14 hizo de Máquina Hamlet del alemán Heiner Múller. Aunque de entrada pueda parecer contrario a la austeridad casi funeraria y a la frialdad escéptica y aun cínica del texto de Müller, Carbone 14 conduce su Máquina Hamlet hacia el paroxismo, el delirio barroco. Hamlet y Ofelia son el uno reflejo del otro; se desdoblan, y la angustia se esparce. Cuatro Hamlets y otras tantas Ofelias se suceden se interfieren, se suplantan. Los ocho personajes son a la vez actores y espectadores en ese escenario -demediado por un muro- que se propone como metáfora de Europa. Una puesta en escena que, seguramente, no guste a los müllerianos ortodoxos, pero que en Granada fue largamente aplaudida.Cabe destacar asimismo el buen humor de la compañía francesa L'Unité, que presentó tres espectáculos por las calles y plazas de Granada: La 2CV Théâtre, una insólita función para dos o tres espectadores que tenía lugar dentro de un dos caballos; Le mariage, alocada parodia de una boda que provocó un altercado menor pero grotesco con un guardia municipal defensor de las buenas costumbres; y La Guillotine, espectáculo inquietante y provocador que cuestiona la pena de muerte.

Podríamos destacar también Dungeness de la compañía británica de Graeme Miller; una emotiva evocación de un paisaje desértico del sureste de Kent, una pequeña ópera en la que la música y las imágenes alcanzan una calidad muy superior a la que aportan los elementos estrictamente teatrales.

Del resto no hay mucho que decir. Si acaso, la correccción de la bien intencionada pero ingenua apología ecológica de la norteamericana Rachel Rosenthal; la decepción inesperada que causó el estreno de Callejero, nueva producción del grupo murciano Arena; y el notable buen humor y la excelente técnica de los actores de la compañía británica Ralf-Ralf, que presentó The summit, un divertido juego con las palabras. Y mención aparte merece el esperado estreno de la versión íntegra de Alma de serpiente, de Albert Vidal, que consiste en el entierro, letargo y exultante resurección del susodicho.

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