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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambios en África austral

EN LA próxima cumbre de Moscú -a falta de decisiones espectaculares sobre el desarme- ocuparán un lugar primordial los llamados "conflictos regionales". En concreto, se espera un impulso decisivo de Reagan y Gorbachov a la paz en África austral y a la independencia de Namibia. Los responsables de los temas africanos en los ministerios de Exteriores de Washington y Moscú parecen haber alcanzado en Lisboa un acuerdo de principio sobre una serie de puntos elaborados durante varias reuniones previas con la participación de Suráfrica, Angola y Cuba. Si bien quedan aspectos por resolver, los objetivos del acuerdo son básicamente que Pretoria retire sus tropas del sur de Angola, que los cubanos se retiren de ese mismo país y que Suráfrica facilite la aplicación en Namibia de las resoluciones de la ONU, lo que supone elecciones libres controladas por el organismo internacional con participación de la Organización Popular del África del Suroeste (SWAPO), el movimiento guerrillero cuya influencia muchos consideran mayoritaria en el territorio.Un acuerdo de ese género tendría consecuencias muy positivas para Angola, víctima de las incursiones militares de Pretoria y asolada por la guerra civil desde su independencia, en 1975. Con fronteras seguras y pacíficas, debilitada la tendencia a los proyectos revolucionarios, podría avanzar en el desarrollo de su extraordinario potencial económico, con la perspectiva de obtener para ello amplias cooperaciones internacionales. Aunque no figure en el acuerdo, y sea el tema más espinoso hasta ahora, se prevén negociaciones entre la guerrilla Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), apoyada por Pretoria y por Washington, y el Gobierno de Luanda encaminadas a una reconciliación nacional que permita integrar de alguna forma a la guerrilla en el juego político legal.

Lo más sorprendente del acuerdo es sin duda el viraje de la estrategia surafricana, plasmado en el compromiso, hecho público por el ministro de Exteriores, Pik Botha, de retirarse de Namibia si los cubanos se van de Angola. Desde 1945, Pretoria se mantiene ilegalmente en Namibia violando descaradamente las disposiciones aprobadas por la ONU. El cambio de actitud puede estar determinado por el fracaso de la estrategia anterior, tendente a forzar por medios militares la caída del régimen de Luanda. La impopularidad de la guerra crece en Suráfrica y los gastos de la ocupación militar de Namibia y de la guerra contra Angola son cada vez más pesados.

En esta coyuntura, llaman la atención declaraciones de miembros del Gobierno de Pretoria en las que se habla del "interés de África" y se expresa el deseo de mejorar las relaciones con Gobiernos ideológicamente en las antípodas, como el de Brazzaville. Asumen incluso el lema "África para los africanos", dando a entender que quieren ser un Gobierno africano más, capaz de colaborar con los otros. El obstáculo básico a tal evolución radica en la oposición unánime de África al apartheid Pero si este tema se postergase, Pretoria a aspirar, con esa estrategia de buenas relaciones entre africanos, a ejercer una influencia considerable, no por medios militares, sino apoyándose en una superioridad económica y orianizativa indiscutible. Con ello se equilibraría bastante el abandono de Namibia.

Esta nueva perspectiva no refleja sólo cambios sobre el terreno. Forma parte de las mutaciones que estamos viviendo en la escena mundial. Resulta cada vez más obvio que los dos imperios carecen de proyectos globales para un enfrentamiento a escala planetaria. Ni la URSS puede ya abogar por un nuevo mundo de paz y felicidad, ni para EE UU tiene sentido impulsar todos los frentes del anticomunismo. Si diversos conflictos regionales pueden arreglarse con la ayuda decisiva de Moscú y Washington se debe a que ambos, por razones diversas, acusan una tendencia al desenganche, aunque sea aún parcial. En esa dinámica, las realidades nacionales o regionales pesan más y pueden ser más fácilmente concertadas.

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