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SITGES TEATRE INTERNACIONAL

Pedante espectáculo de Théâtre Impopulaire

La segunda jornada de Sitges Teatre Internacional arrancó con una intensa granizada que obligó a la suspensión de Zombi, de Zotal Teatre, el espectáculo más esperado de todo el festival. Ayer mismo, se estaba intentando llegar a un acuerdo para que Zombi pueda estrenarse la próxima semana en alguno de los espacios del Mercat de les Flors, de Barcelona. Pero no hay nada confirmado. A esa hora de lluvia, Nicola Savarese, profesor de Historia del Teatro en la universidad italiana de Lecce, ofreció la primera de sus tres conferencias espectáculo que conforman una llamada Trilgia della pazienza, en este caso dedicada a Artaud. Por la noche, Hiai, un vacío y pedante espectáculo posmoderno, más que nada de danza, de la compañía belga Théâtre Impopulaire. Y finalmente, la Judith del Odin Teatret, protagonizada por Roberta Carreri, una de las actrices históricas de este célebre grupo, que recibió un entusiasta y caluroso aplauso.

La voz de Artaud

Fue una pena que la interesante conferencia audiovisual de Savarese sobre Artaud apenas pudiera escucharse, más bien había que descifrarla a causa de la pésima calidad del equipo de sonido y de las interferencias provocadas por la instalación en la misma pequeña sala de dos cabinas abiertas de traducción simultánea. Aproximadamente un desastre cuadrafónico en el que se superponían la música, la voz del conferenciante y los molestos susurros de las traductoras. A pesar de todo, de la conferencia, nos queda, imborrable, el recuerdo de la voz de Artaud que resonaba de manera desafiante y sobrecogedora: "yo no deliro, no estoy loco. Os digo que han inventado los microbios para imponer una nueva idea de Dios".A primera hora de la noche se presentaba el espectáculo Híai del belga Alain Populaire, un trabajo que "es el resultado de nueve años de investigación sobre la esencia profunda del discurso teatral". "El especáculo", añade el grupo, "se presenta como una meditación, un itinerario interior, un recorrido de iniciación. No se ha de intentar entenderlo ni analizarlo, se trata, de hecho, de una verdadera poética del teatro que no explica nada". Para colmo, vienen con el cuento de la más absoluta impunidad teatral.

Hiai es una fantasmada de desbordante pedantería, de una yerma y parapléjica coreografia, de una exasperante pobreza expresíva. En el escenario, tres chicas vestidas con bata de nodriza años veinte, inician levísimos movimientos de una mano, y finalmente, milagro, al cuarto de hora, se levantan, y las luces cierran los párpados. Se reemprende la acción, es un decir, y ahora parece que las chicas se disponen a jugar a las cuatro esquinas, pero claro o sobran esquinas o faltan chicas. Todo es gratuito, juegan al amparo de la más absoluta impunidad teatral.

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