Un militante desconocido
Por lo general, la figura de Ramón Gómez de la Serna está considerada como la de un literato "puro", independiente de toda suerte de combate político. Ramón fue el único exiliado en volver a publicar en la España de Franco, fue nombrado hijo predilecto de Madrid y había recibido una invitación oficial del Ateneo de la cap'tal. De hecho, Ramón Gómez de la Serna, al exiliarse, no había huido sólo de la España de Franco, sino de la guerra en sí, de la España republicana también.Sin negar este descompromiso político, el profesor Ignacio S oldevila- Durante, en Revista de Occidente, publica un trabajo titulado El gato encerrado, en el que subraya la actitud ética y comprometida de Gómez de la Serna, que fue muy clara al principio y que se fue debilitando después.
Basándose en el examen de Entrando en fuego, El concepto de la nueva literatura, Morbideces, El libro mudo, Tapices y Senos, sobre todo, Soldevila subraya la esencial rebeldía de Gómez de la Serna, y sus profundos ataques contra el sistema establecido. Para Soldevila, el primer Ramón es un ensayista sobre todo, a quien preocupan las estructuras sociales y la jerarquía de valores de su tiempo. Primero es un destructor, un iconoclasta que se burla de los escritores anteriores, los de la generación del 98 y los naturalistas galantes de la época, y que también reniega de las estructuras narrativas de su tiempo, apuesta por las vanguardias, y finalmente pide una revolución cultural permanente, revaloriza el absurdo y atiende a lo sexual como nadie lo había hecho en las letras españolas.
Pero lo que ha perforado la cultura hasta nuestros días ha sido el vuelco que Ramón impuso al sentido del humor. Fue el primero en romper con el humor tradicional, lo visualizó, apostó por el absurdo, dio charlas a lomos de un elefante, o subido en un trapecio, conferencias-maleta, vivió con una muñeca de cera y se rodeó de espectaculares iconografías. En Ramón están muchas raíces del humor joven actual.
Babelia
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