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Un alto el fuego

Un alto el fuego no es la paz, pero sí la condición previa vital para un arreglo compatible con el plan regional de paz. Managua promete soltar prisioneros y garantizar la libertad de Prensa mientras dure un diálogo nacional que se extendería a temas sensibles como el proyecto militar.Parece que los contras son más razonables que sus amos de la Administración de Reagan. Ahora la cosa depende de que ésta, que se muestra escéptica respecto del pacto, colabore o socave de nuevo las negociaciones.

Los sandinistas tienen interés en reconstruir una economía devastada por la guerra, la inflación, la deuda, los embargos y la mala gestión, y no está claro hasta qué punto puedan contar con la ayuda soviética. A la contra le preocupa un posible corte de la ayuda estadounidense. Quizá el acuerdo logrado en la pequeña localidad de Sapoá refleje cansancio.

Sería estupendo que la Administración de Reagan recogiera los oxidados útiles de la diplomacia y por una vez utilizara sus presiones en beneficio de la paz en Nicaragua. Si el alto el fuego se mantuviera, EE UU podría discutir el levantamiento de alguna de las restricciones económicas que impuso sobre Nicaragua, y podría ofrecer la supresión de las demás si el alto el fuego se convierte en paz definitiva. Que el presidente Reagan actuara así sería humano y astuto, y tan inesperado que incluso un Talleyrand se quedaría boquiabierto.

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, 25 de marzo

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