Elecciones y crisis de Gobierno condicionaron a varios países

I. C. La perspectiva de la celebración de elecciones presidenciales y regionales en dos pesos pesados de la CE, Francia y Alemania Occidental, respectivamente, y las dimisiones de los gobiernos belga y, sobre todo, italiano, restaron margen de maniobra en la negociación comunitaria a las delegaciones de esos países.

España no padeció ese problema y el presidente de su Gobierno, Felipe González, llegó incluso a descartar en Bruselas una posible reestructuración de su Gabinete al contestar sonriente a preguntas de los corresponsales que "no estaban bien orientados"; aunque, añadió, "la especulación es libre".

El canciller germano occidental, Helmut Kohl, que ejerce la presidencia de la CE, temía perder a parte de su tradicional electorado campesino si efectúa excesivas concesiones a su homóloga conservadora británica, Margaret Thatcher, partidaria de recortar el gasto agrícola, según fuentes diplomáticas.

Pero las principales resistencias en materia agrícola fueron formuladas por Francia, cuyo ministro del ramo, François Guillaume, aseguró ayer que su país no debía "ceder nada más sobre el dossier agrícola". "A partir de un cierto momento es necesario saber decir que no", concluyó, aunque su negativa implique renunciar a lograr un acuerdo.

La declaración de Guillaume puso también de relieve su miedo a que la suavización de la postura francesa provoque un descontento de los campesinos franceses que perjudique electoralmente a su primer ministro, Jacques Chirac, más aún que al presidente, Frangois Mitterrand. Chirac aspira a ser jefe de Estado tras los comicios presidenciales de marzo próximo. Antes de desplazarse a Bruselas, el primer ministro italiano, Giovanni Goria, dimitió, lo cual introdujo una mayor rigidez en sus posturas, al no tener mandato para variarlas.