Evitando frases comprometedoras
Más de 160 días de trabajo de la comisión de seis historiadores han concluido con el resultado esperado y una clara pérdida de autoridad de todos sus miembros al confirmarse que el Ministerio de Asuntos Exteriores austriaco presionó con éxito para que la redacción final no incluyera frases comprometedoras. El informe de 200 páginas finalizado a las cuatro de la mañana del lunes, en crispadas sesiones, dejó ayer de tener el valor que en un principio quiso atribuirle el Gobierno.No hay pruebas de que Waldheim cometió crímenes de guerra. La descalificación de Waldheim por parte de la comunidad internacional y un sector de la población austriaca no radica en su nunca demostrada culpabilidad en estos crímenes, sino en el hecho de que fue un peón del aparato represivo y genocida que además destacó por su celo. Y por supuesto en que ocultó y tergiversó su pasado y cuando lo creyó necesario mintió en público. Entre los observadores que han seguido el escándalo durante dos años, nadie esperaba una prueba de criminalidad. Se dudaba, sin embargo, que el informe fuera el punto final al caso que añoran Waldheim y sus partidarios.
El informe expresa la absoluta certeza de que Waldheim sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo en los Balcanes bajo la ocupación nazi. "Waldheim era uno de los oficiales mejor informados", dijo ayer el miembro alemán de la comisión, el historiador Manfred Messerschmidt. Con disciplina y la obediencia debida, firmó órdenes, elaboró informes y acompañó a sus jefes condenados por crímenes de guerra en sus encuentros con los no menos criminales colaboracionistas croatas, serbios y albaneses.
Cuando se le preguntó no quiso saber nada. El 9 de marzo de 1986 Waldheim declaró a la televisión austriaca: "Yo no vi ni sabía de deportaciones de judíos y tampoco de la persecución de partisanos". El 25 del mismo mes dijo también a la televisión: "Aquello [Kozara] no fue una matanza, fueron combates muy violentos". Antes había asegurado no haber estado en Kozara.
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