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CITA EN WASHINGTON

Un compromiso sobre la SDI, clave de la 'cumbre'

Francisco G. Basterra

Los ultraconservadores temen que el futurista escudo espacial para proteger a Estados Unidos de los misiles soviéticos, la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI o guerra de las galaxias), reciba un golpe de muerte en la cumbre de la semana próxima en Washington. Ya no se fían de la promesa del impulsor de esta fantasía tecnológica, Ronald Reagan, de que no cederá el sistema para lograr un acuerdo de armas estratégicas, ni de su insistencia de que '"cuando esté listo lo desplegaremos". Muchos factores parecen aliarse contra la fe del presidente y sugieren la posibilidad de un gran compromiso, cuya búsqueda constituye la clave de la cumbre.

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La combinación de una nueva oferta de Mijail Gorbachov que permitiría un desarrollo reglamentado de la guerra de las galaxias y pruebas de la SDI fuera del laboratorio, con un compromiso de observar el tratado ABINI (de limitación de sistemas antimisiles balísticos, de 1972), unido a un Congreso que ha recortado la financiación del sistema, justifican el miedo de los reaganistas. El tiempo juega también en contra de lo que los críticos denominan la Disneylandia de Reagan. Con sólo 14 meses más en la Casa Blanca, ya no tiene tiempo de tomar la decisión clave del despliegue.El militar de mayor graduación del país, el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante William Crowe, le ha dicho además al presidente -apoyándose en estudios del Pentágono- que los límites a la SDI que persiguen los soviéticos sólo detendrían algunos experimentos del programa. El ex presidente Richard Nixon aconseja a Reagan que ceda y que intercambie la SDI por la destrucción de buena parte de los desestabilizadores misiles intercontinentales basados en tierra. El secretario de Estado, George Shultz, sería de la misma opinión.

Días antes de la llegada de Gorbachov a Moscú, Shultz, y el principal negociador norteamericano en Ginebra, Max Kampelman, se han declarado dispuestos a garantizar, en interés de la estabilidad, un período de no retirada del tratado ABM. Se trataría de ofrecer a la URSS un plazo de previsibilidad, que permita la reducción de los arsenales estratégicos ofensivos de las dos superpotencias.

La traducción de esta garantía es un plazo en el que los dos países se comprometerían a no desplegar la SDI. Éste sería el gran compromiso -estuvo a punto de lograrse en la cumbre de Reikiavik- que perseguirá Gorbachov la semana próxima, y no tanto una lista de los experimentos reales de la guerra de las galaxias, fuera del laboratorio, aceptables para los soviéticos.

Cambio gradual soviético

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"Ha habido un cambio gradual, interesante, en la posición de Moscú; buscan alguna noción de lo que va a ser previsible y estamos dispuestos a explorar esta noción. Quizá sea posible llegar a una fórmula mutua que preservaría el SDI", dijo el pasado lunes Kampelman. Tales declaraciones no contribuyen a calmar a los sectores conservadores que, en su celo de cruzados, llegan incluso a proponer que no se ratifique el tratado de eliminación de los misiles de alcance intermedio, hasta que Reagan se comprometa formalmente a desplegar el sistema de defensa espacial.Caspar Weinberger, ex secretario de Defensa y último halcón de esta Administración, ha hecho todo lo posible para que no flaquee la voluntad presidencial.Hace unos días le organizó al presidente un viaje a Denver (Colorado), donde unos científicos le presentaron, en la fábrica Martin Marietta, el proyecto Zenith Star: un láser activado químicamente que, a principios de los años noventa, podría lanzarse al espacio desde donde sería activado, chocando con un gran espejo, para destruir un supuesto misil enemigo.

"Esto es posible", dijeron los científicos a Reagan, que jugueteó grabando su nombre en un pomelo con un rayo láser. Lo que falta no es tecnología ni avances científicos, sino voluntad política y fondos suficientes, insistieron. "Si acepta límites a las pruebas, será la muerte para el programa", le advirtió el doctor Seitz, hasta hace poco presidente de la Academia Nacional de Ciencias. Ronald Reagan confortó a los obreros de la fábrica afirmando: "No estáis trabajando para construir una baza negociadora".

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