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35º FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

Tres buenas sorpresas y un mal susto en la recta final

Ayer, el festival donostiarra entró en sus tres últimas jornadas. El ánimo relajado de los últimos días ha comenzado a acelerarse en busca del torbellino final. Anoche se proyectaban dos películas-sorpresa: un discutible pero insólito filme musical norteamericano titulado La bamba y una hermosa película soviética de Nikita Mijalkov, La esclava del amor. En la sección oficial, un insulso y pretencioso filme italiano, Barbablu, Barbablu, contrastó con el inquietante, aunque no totalmente logrado, filme fantástico británico titulado La juguetería mágica.

La esclava del amor es la segunda película dirigida por Nikita Mijalkov, autor de la magnífica Ojos negros, que, sin recibir ningún gran premio, fue la gran triunfadora del último festival de Cannes. Se proyectó anoche en la sección llamada Foro Abierto, a la misma hora que en la pantalla del Victoria Eugenia, sede de la sección oficial, se presentaba ya la popular La bamba, un filme musical dirigido por el chicano Luis Valdez, que está obteniendo un inesperado éxito en el opulento mercado estadounidense.De ambas películas habrá ocasión de hablar con algún detalle en fecha próxima, pues está previsto su próximo estreno en España.

A estas dos agradables e inesperadas sorpresas hay que añadir una tercera, esta prevista: la que supuso la segunda película británica a concurso, titulada La juguetería mágica y dirigida con buenas maneras por David Wheatley. Se trata de un curioso y enrevesado cuento infantil vuelto del revés, en el que se entremezcan con estilo raro y diferenciado imágenes naturalistas con imágenes oníricas e incluso abiertamente fantásticas. A veces la película tiene caídas en el preciosismo y el trucaje óptico, pero nunca lo hace de manera arbitraria y menos aún enfática.

La película es bonita unas veces y completamente lúgubre otras, retorcida en ocasiones y lineal las más de las veces. Pero resulta al final algo arrítmica, y el espectador sigue de cerca la acción en algunas secuencias, pero por desgracia se enfría y se aleja de ella en otras. Lo más notable del estilo de este irregular filme en que, prestándose al engolamiento, su director no lo ha dejado a su suerte y ha dominado bastante bien la retórica que potencialmente contenía.

Vaciedad

Todo lo contrario le ocurre a Barbablu, Barbablu, película italiana del director Fabio Carpi, pretencioso y vacío donde los haya, en el que un reparto de lujo, encabezado por los británicos John Gielgud y Susannah York, cuenta con algunos nombres de intérpretes bien conocidos aquí: Héctor Alterio y Margarita Lozano, y José Luis Alcaíne como responsable de la buena fotografía de esta mediocre película.Barbablu, Barbablu suena contínuamente a otras películas ya vistas, como Providence, de Alain Resnais; Relámpago en el agua, Wim Wenders, por no nombrar la multitud de ecos de películas de Bergman, Antonioni y Losey que resuenan entre las oquedades de un relato plano, estancado, en el que, como botón de muestra de su incapacidad, el director reúne simultáneamente en un interior a 10 personajes y no es capaz de relacionarlos entre sí de dos en dos, indicio seguro de que Fabio Carpi se ha metido en una pequeña situación que le viene grande.

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